Septiembre cogía carrerilla para acometer su recta final mientras las temperaturas veraniegas aún recalentaban el aire de toda la península ibérica. El calor freía asfaltos y achicharraba cerebros, pero en la reunión de más de 1.000 alcaldes para revalidar a Abel Caballero como presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias imperaban las chaquetas y los trajes de señor serio.
Nada en el ambiente incitaba a pensar en la Navidad. Hasta que las cámaras rodearon a Abel Caballero, alcalde de Vigo además de presidente de la FEMP, y a José Luis Martínez-Almeida, su homólogo en Madrid (en el cargo de la alcaldía, por supuesto). Se montó un ring mediático y los mandatarios empezaron a propinarse derechazos en forma de pullitas.
— Me han dicho que son un espectáculo, las luces – comentó Almeida. Se sonrió. – Bueno, este año te superamos.
— No lo creo. Es completamente imposible – respondió Caballero, ágil. Y lo señaló con el dedo índice.
— Ya lo verás. Desde Vigo vas a ver las luces de Madrid – remató el regidor.
El desafío estaba sobre la mesa. A los pocos días Caballero aceptó públicamente el velado reto de Almeida, ambos dirigentes deseoso de que el verano se extinguiera y el otoño pasara rapidito para comparar la majestuosidad de sus alumbrados navideños.
Navidades gallegas a lo bestia
Cabría pensar que el alcalde madrileño no sabe con quién se está midiendo. Abel Caballero es un ferviente entusiasta de la Navidad. El año pasado pasado pronunció un discurso bajo el principal árbol de Vigo que bien podría haberse redactado para una rave invernal en Ibiza. Con su arenga bilingüe sacudió las redes sociales.
La pasión de Caballero trasciende lo poético: su ingente espíritu navideño quedará plasmado en Vigo a través de diez millones luces LED, un árbol de Navidad gigante y nieve cada hora en el centro de la ciudad (y no porque el gallego controle los elementos a su antojo, sino porque va a instalar 50 máquinas para lograr el efecto nevado).
El plato fuerte va a ser una noria de 60 metros «desde la que se verá Nueva York». Caballero tal vez peque de optimismo o abuse un poquito de la hipérbole, pero al menos se apoya en hechos geográficos: Nueva York y Vigo están en la misma latitud, como él mismo se empeña en recordar.
Madrid: una apuesta por la tradición (y las prisas)
¿Cómo podría la capital de España competir con la Navidad viguesa? Pues adelantando el reloj. Madrid encenderá su alumbrado el viernes 22 de noviembre, un día antes de que Vigo ponga en marcha sus diez millones de bombillas LED. La ciudad gallega no puede reajustar su calendario porque ya instaló hace tiempo un reloj con la cuenta atrás en la Porta do Sol.
Meterle prisa a los festejos no ha sido la única estrategia de Almeida para vencer a Caballero en el reto navideño. Un aumento del 27,7% en la partida presupuestaria para la decoración también supondrá un empuje considerable para Madrid. Este año habrá más luces, más decoración y diez belenes repartidos por toda la ciudad.
Tiene pinta de que los motivos tradicionales calarán en los ornamentos navideños dispuestos por Almeida. Pero se ha reservado un artilugio de tecnología punta para el final. A pocos días de prender la iluminación, el Ayuntamiento madrileño ha instalado una bola de 12 metros y siete toneladas frente al edificio Metrópolis.
La cara del alcalde de Vigo en el metro de Madrid
El golpe de gracia de Caballero se hecho visible en las profundidades de Madrid. En los andenes del metro se acaba de colocar un cartel donde aparece el mandatario gallego, sonriente, invitándonos a visitar Vigo por Navidad. El mobiliario urbano de otras once urbes estará decorado con los mismos carteles protagonizados por Caballero.
A escasos días del encuentro final entre los regidores de Madrid y Vigo todavía siguen pasando cosas. De momento, Caballero ha invitado a Almeida a su ciudad para ver las luces. Y al alcalde de Nueva York, también, aunque no sabemos si habrá atendido a su mensaje. El desenlace se producirá este fin de semana: entonces sabremos qué ciudad reluce mejor.
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