Estás haciendo scroll en X o Instagram y de repente entre publicaciones de [inserta los temas que tu algoritmo decide mostrarte] aparece en tu pantalla, acompañado normalmente de una escueta descripción a modo de título y un apellido recurrente: «óleo sobre lino». Es uno de los cuadros de Pepe Baena Nieto (Cádiz, 1979), el cámara de la Diputación de Cádiz que lleva tiempo arrasando en las redes sociales con sus cuadros costumbristas.
Una parte importante de ese éxito tiene que ver con lo sencillo que es verse reflejado en algo tan cotidiano como un desayuno o una compra desparramada por la mesa de la cocina esperando a ser colocada. Bodegones contemporáneos que, en los ojos de quien mira, se convierten en algo diferente, más concreto. Como en el desayuno favorito de un padre a base de un café en vaso y unas tortas de Inés Rosales, con ese inconfundible envoltorio blanco de letras azules y la sensación de que casi se pueden saborear el anís y el sésamo.
Sus pinturas gustan porque evocan recuerdos de infancia y momentos de pausa que, conforme uno se hace mayor, van desapareciendo. Con una reflexión sobre esto precisamente arranca el libro No es fiera para domar, de Ignacio Pato: «¿Desaparecerá de aquí a unos años, en un mundo obsesionado con producir y con cada vez más prisa, la palabra «merendar»?
Volviendo a Pepe Baena, no cabe duda de que las redes sociales han sido importantes para difundir su trabajo –sin perder de vista que en su trayectoria hay desde hace años exposiciones individuales, colectivas y múltiples premios–, pero desde el pasado 4 de diciembre en Madrid su obra se puede ver de la forma en la que más se disfruta: en persona, en una exposición (y además es gratuita).
Se puede visitar todos los días hasta el próximo miércoles 18 de diciembre en el Espacio Escorial de Prodigioso Volcán (calle Escorial, 17). Allí se exponen más de 30 obras del gaditano en el siguiente horario de apertura:
- De lunes a viernes: de 18h a 21h
- Sábados: de 11h a 14h y de 17h a 21h
- Domingos: de 11h a 14:30h
Pepe Baena: la pintura como diario, lo cotidiano como arte
Pepe Baena Nieto ha señalado en alguna entrevista que la pintura le sirve como un diario visual en el que registra su vida, y aunque en su estilo muchos le han comparado con Antonio López él sostiene que a pesar de que ha aprendido cosas de él los cuadros de ambos «no tienen nada que ver». Él se confiesa, eso sí, muy admirador de Velázquez. Y aunque esto quizá sea subjetivo, hay cuadros en los que su pincel tiene, como cantaría Niña Polaca, una luz sorollesca –como en Verde chinchorros–.
Es conocido principalmente por sus pinturas de desayunos, pero en su obra también tienen protagonismo los retratos de su familia («A ellos les gusta verse, y se pelean para ver cuál sale más en una exposición», comentaba en una entrevista en Diario Sur), la gastronomía de su tierra (como el pescaíto frito) o rincones y escenas de su Andalucía.
Una sensibilidad por lo cotidiano que puede recordar a la de otras artistas como la madrileña Isabel Quintanilla y que se sitúa en las antípodas de lo que decía un poema de Maribel Andrés Llamero «[…] entonces era bonito lo que nos era ajeno»: no hay nada más bonito que lo que nos resulta cercano.