Los artistas callejeros de Malasaña tienen a partir de ahora la obligación de bajar el volumen durante sus actuaciones. El Ayuntamiento se encargó de prohibir altavoces y otros sistemas de amplificación sonora hacia el final de la anterior legislatura, pero es ahora cuando la medida entra en vigor.
En el barrio de Universidad, al igual que en otras zonas del centro de Madrid, se han restringido los espacios, horarios y decibelios de la música callejera bajo el amparo de la normativa ZPAE (Zona de Protección Acústica Especial). La última medida en torno a este tema ha sido el veto a los altavoces en Malasaña.
La motivación de esta normativa es mejorar la convivencia entre los músicos y los vecinos, para lo que poco a poco se han introducido normas y limitaciones orientadas a preservar los derechos de los residentes.
La prohibición de los amplificadores no supone el fin de los artistas callejeros. Todavía se puede tocar de manera acústica en lugares clásicos de Malasaña como la plaza de San Ildefonso o la calle Pez, aunque desde hace unos meses no se permite ningún tipo de música en la plaza del Dos de Mayo ni en la calle Fuencarral.
La música amplificada se ha acotado al entorno de Sol y Gran Vía, donde el ruido y la repetición sonora componen la banda sonora de cada día.