La lluvia de noticias relativas a negocios que cerraron en 2020 se intensificó una vez que terminó el confinamiento, pero el goteo comenzó antes. Comenzó con Bodegas Lo Máximo ya en 2019 y siguió con Taberna Maribel.
Es imposible entender el estado gastroemocional (si se permite el neologismo) de Lavapiés sin estos dos templos de lo castizo. Ambos negocios iban a cerrar irremisiblemente; ambos lo iban a hacer por problemas vinculados a cuestiones inmobiliarias. Y, para más inri, a ellos se les sumó el Melo’s, que anunció su cierre, en este caso por jubilación de los dueños, a finales del año pasado. Lavapiés, sin estos tres lugares, iba a ser, claro, un lugar peor.
Una segunda oportunidad, un revival y reductos de la resistencia contra la gentrificación. Estas ideas bien justifican la permanencia de tres tabernas históricas. La del Melo’s, que ha sido adquirida por jóvenes vecinos del barrio; la de Maribel que, según contaba Madrid No Frills, se mudaba a una calle paralela (a Ave María, 39); y la de Bodegas Lo Máximo, que, también según Madrid No Frills, burlaba el desahucio, renegociaba su contrato y aseguraba su reapertura este 1 de abril.
Así, las zapatillas del Melo’s, los vermús y las aceitunas de Lo Máximo y los botellines y las tapas de cabrales de Maribel continúan en el barrio, por ahora, sine die. Y que así sea por mucho tiempo más.