De la voluntad por darle un giro a la tasca de siempre pero sin que tu bolsillo pague las consecuencias nace Skull St, en pleno Chueca.
Empezar nunca fue fácil y menos en el mundo de la hostelería. Menos aún cuando la caprichosa arbitrariedad de una moda puede suponer el éxito o el cierre de un negocio. Y ahora (o desde hace un tiempo) la moda es fusionar: lo de aquí con lo de allí; lo clásico con lo nuevo.
Pero a veces la fusión desemboca en precios injustificables o mezclas que no acaban por casar. Suerte la vuestra: este no es el caso de Skull St (C/ Barquillo, 8), un concepto de tasca de toda la vida, con raciones informales del bar de tu barrio adaptadas al moderneo sin el que difícilmente se sobrevive hoy en Chueca o Malasaña (con permiso de El Tigre o El Palentino).
Abierto hace poco más de tres meses bajo la batuta del chef Carlos Núñez, Skull St es uno de esos restaurantes cuya estética y localización anticipan un precio que quizá no merezca la pena pagar, aunque aquí se puede comer bien por 20 euros. Su espectacular decoración, obra del estudio Arinni, para la que se han utilizado, entre otras cosas, puertas originales de contenedores de carga, se combina con una gran presencia de la barra, mesas altas y cocina abierta al público.
De allí salen maravillas como sus croquetas de sepia y gambas en tempura sobre un alioli de ajo negro o su lasaña de zamburiñas. También puedes gozarlo con sus alitas picantes sin hueso, que se comen de un bocado, porque ¿quién no ha soñado con esto antes?. Muy recomendable también su taco de papada de cerdo con manzana, sus mollejas salteadas con boletus o la clásica ensaladilla rusa con polvo de mojama por encima.
Pero reserva estómago para el postre, criatura ansiosa, porque aquí hemos probado una de esas grandes tartas de queso obligatorias, servida aquí con maracuyá, o un capricho de chocolate y Nutella para rematar la faena a golpe de azúcar, como se merece.
Dónde: Calle Barquillo, 8.
Cuánto: 20-25 euros.