«Quedamos en la ballena de Sol» es una frase que, dentro de poco, dejará de tener sentido pronunciar. Después de 13 años, varios sobrenombres –tragabolas, icono de Messenger, iglú– y de convertirse en un diseño emblemático (pero no por ello necesariamente querido), la estructura acristalada de la boca de metro de Sol se despide de su ubicación.
A principios de semana el Ayuntamiento de Madrid daba a conocer que, de entre los cambios que traerá consigo la reforma de la Puerta del Sol, uno de ellos será la eliminación de la ballena y su sustitución por una estructura transparente y rectangular de vidrio.
Las primeras reacciones ante el diseño no han convencido demasiado, y se han señalado como principales problemáticas el uso de cristal por un lado –que provocaría efecto invernadero y un sobrecalentamiento del acceso al Metro– y, por el otro, la naturaleza engañosa de los renders, que muestran la estructura como algo prácticamente invisible.
No obstante, a esa propuesta le han salido competidoras: una iniciativa ciudadana propone recuperar en Sol el templete que en su día diseñó para este espacio el arquitecto Antonio Palacios, como ya se hiciera con su homólogo en Gran Vía.
Recuperar el antiguo templete de Antonio Palacios en Sol
Álvaro Bonet es arquitecto y desde hace tiempo lleva a cabo una labor de divulgación sobre la figura de Palacios desde la cuenta de Instagram @descubre_a_palacios, en paralelo al estudio de su obra «perdida y olvidada» para su tesis doctoral. Y entre esas obras perdidas se encuentra, precisamente, el templete de Sol.
Bonet es la persona que se encuentra detrás de la petición de Change.org que propone recuperar este diseño del arquitecto gallego, que formó parte del paisaje urbano de la Puerta del Sol entre los años 1919 y 1933.
Basta una sencilla cuenta matemática para comprobar que el diseño no duró mucho más de lo que lo va a hacer la ballena, pero los matices se encuentran en lo cualitativo, no en lo cuantitativo: «La diferencia es que el diseño actual nunca fue aceptado, mientras que en el otro caso hablamos de un personaje que ha construido la imagen de Madrid. La diferencia es importante: recuperar una obra de Palacios es algo que sería positivo de cara a la imagen conjunta de la ciudad«, apunta el arquitecto.
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«La idea surge al leer la noticia de que van a quitar el famoso tragabolas. Es un diseño que no ha funcionado ni ha tenido durabilidad, porque desde el principio estaba concebido de otra manera. Entonces fue automático pensar que si ya se había producido el año pasado la instalación del templete de La Red de San Luis por qué no se iba a recuperar el de Sol», explica a Madrid Secreto. Su petición, en el momento en el que se escribe este artículo, cuenta con el respaldo de 1.446 firmas.
Del templete de Sol, a diferencia del original de Gran Vía, no hay constancia de que se haya conservado de ninguna manera: al no tener tanta cantería (se reducía prácticamente al zócalo y el resto era metálico), Bonet aventura que podrían haberlo mandado fundir, pero aún así señala que hay fotos y planos como para obtener una reproducción a escala real que se corresponda con lo que fue.
La instalación de una réplica del templete de Sol, por otro lado, resolvería algunos problemas actuales de la plaza: «El templete incorporaba dos ascensores que enmarcaban las escaleras, con lo cual los que ahora mismo están sueltos en Sol como elementos perdidos se podrían agrupar y solucionar un tema de limpieza arquitectónica e impacto visual bajo el diseño de Palacios«, argumenta.
¿Es la réplica un buen método para poner en valor el patrimonio?
Esta propuesta vuelve a poner sobre la mesa algo que ya sucedió con el templete de Gran Vía: a pesar de la respuesta positiva ante la recuperación de un elemento tan simbólico como el templete de la Red de San Luis, también se repetía la sensación de decorado, de que contribuía a ese fenómeno de las ciudades por el que sus centros se teatralizan y se convierten en una cáscara de lo que son.
Para Bonet el debate no está en la réplica en sí, sino en la calidad de la misma y el concepto arquitectónico. Lo compara con una receta de cocina: «Si coges una receta exquisita de cocina y la haces bien, pues es una receta exquisita de cocina la hagas cuando la hagas. Pero si la coges y en vez de usar un ingrediente usas otro que es un poco peor, y en lugar de meterlo tantos minutos en el horno lo pones la mitad, queda una cosa que no es ni lo uno ni lo otro», explica.
El problema de Gran Vía, sostiene, no lo da el hecho de que sea nuevo, sino que no esté conseguido en su idea arquitectónica original, que era más potente: servía a la vez como ascensor y como boca de escaleras: «El fracaso de Gran Vía es que no corresponde a su función de manera total, no hay una cohesión entre el diseño original y su adaptación. Que esa arquitectura no responda a su función hace que cojee».
En caso de que la petición saliera adelante, para no repetir errores el templete de Sol debería reconstruirse respetando su concepto original: «Si reconstruyes los dos ascensores y no pones las escaleras, fracasa como objeto arquitectónico. No es lo mismo que algo parezca a que algo sea. No es lo mismo que una cosa sea una escalera con un remate a que se haga el remate sin la escalera, porque es solo una parte de la obra».
Un arquitecto poco reconocido
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Para ser el responsable de haber configurado la imagen del Madrid del siglo XX –con edificios tan emblemáticos como el Palacio de Cibeles o muchos de los iconos visuales que se encuentran en el tramo entre Sol y Alcalá–, Antonio Palacios cuenta con poco reconocimiento.
Para Bonet, se debe a que «como el propio siglo XX, es un personaje muy reciente, venimos de ello. Hay autores como Gaudí que hoy en día nadie cuestiona, pero él tenía un componente de personaje único, con una muerte también que alimenta el mito, y en cambio Palacios ha sido un personaje mucho más natural, con menos proyección mitológica«.
Y concluye: «Siempre hablamos de él como el arquitecto gallego, el pontevedrés de Porriño, pero en realidad tiene una dualidad: es gallego y es madrileño, en tanto se dice que el madrileño es el que viene a Madrid y se hace madrileño. Y Palacios es madrileño porque ha hecho Madrid«.