Gran Vía, plaza de España y Puerta del Sol. Es muy posible que sean (junto al Palacio Real) las tres ubicaciones emblemáticas a partir de las que se articula el turismo local. Casualmente o no son las que han experimentado las reformas integrales más significativas de los últimos años. Gran Vía amplió sus aceras e incorporó el templete de Antonio Palacios; plaza de España se renovó para ser otro lugar completamente diferente; y Puerta del Sol se peatonalizó para convertirse en una de las zonas urbanas peatonales más grandes de las capitales europeas.
La reforma de la Puerta del Sol traerá consigo un cambio singular: la eliminación de la icónica y (no muy) querida ballena. Según ha podido saber el diario El Mundo, la ballena de Sol será sustituida por una estructura rectangular y transparente fabricada de vidrio. Las obras empezarán en el primer trimestre de 2022 y se prevé que acaben un año después, coincidiendo con el inicio de una nueva campaña electoral.
El motivo del cambio según han informado fuentes consistoriales a El Mundo es porque “impide una visión total del espacio”. El elemento sustitutivo tendrá forma oval. Será un pabellón de vidrio de dos accesos con una gran lámpara suspendida en el centro.
¿Cuál es la historia de la ballena?
Los madrileños apenas hemos tenido tiempo para encariñarnos con un elemento urbano que solo ha durado trece años. En un artículo de Pedro Vallín publicado en 2009 en La Vanguardia hablaba de la estructura y decía lo siguiente: “la solución elegida buscaba antes bien el contraste estético y la generación de un nuevo elemento simbólico que la integración en el entorno de ensanche decimonónico”. El Ministerio de Fomento, encargados de llevar a cabo la obra, entendían la ballena como “un caleidoscopio urbano que refleje la gran variedad de actividades de la plaza”.
Las cosas no son siempre como uno quieren y buena cuenta de ello dio Pilar Álvarez en un artículo firmado en 2009. Álvarez referencia una encuesta llevada a cabo por El País para darle un nombre popular a la estructura. Las opciones eran ballena, tortuga, muñeco del Messenger, iglú y tragabolas. El arquitecto, Antonio Fernández Alba, fue consultado al respecto y dijo que de esos nombres el único que le convencía era el de iglú porque así aparecía en sus notas. En cualquier caso, Fernández Alba era más práctico y lacónico: lo hubiera llamado Puerta del Sol porque es una puerta que está en Sol.