Siempre me he considerado una persona leal. Cuando algo me importa, hago todo lo posible para tenerlo conmigo, pero hace unos días, no sé que me paso por la cabeza para hacer lo que hice.
Estaba en el mercado de San Antón, me dirigía a verle, como hago fielmente cuando voy hasta allí. Él me esperaba, irresistible, como siempre. Su olor es tan atrayente que tanto hombres como mujeres se paran a disfrutar de él. Consigue ser el centro de atención haya quien haya a su alrededor…
No paraba de tentarme para que fuese hacia él y, cuando iba a caer en la tentación una vez más, una de mis amigas me paró los pies:
– Tía, menos jamón y más lechuga, que luego me lloriqueas cuando te pruebas los bikinis. Vamos a otro sitio.
Lo de ir a otra parte no nos lo tomamos muy al pie de la letra, ya que decidimos buscar otro lugar, pero sin salir de allí. Dejé a regañadientes mi plato de jamón, pero descubrí Trinkhalle gracias a que mi amiga me recordó que yo no quería ser Peppa Pig.
En la segunda planta del mercado te encuentras con el local. Está especializado en comida vegetariana, celíaca, vegana y crudívora (para los más puristas). No es un restaurante normal, es un auténtico kiosco de playa (hamacas incluidas) en el que en lugar de disfrutar de un “masaje tles eulos” puedes culturizarte con exposiciones de arte. Su idea está basada en algo así como “cocina de vanguardia en un ambiente informal y colorido”.
Aunque yo nunca he sido muy fanática de este tipo de comida de vacas, tengo que admitir que esta experiencia me resultó interesante (excepto cambiar de cubierto unas cuentas veces, ya que son de plástico y yo muy patosa).
La verdad que tienen más platos para omnívoros (gente que come de todo, para los de letras) de lo que esperaba, pero yo ya tenía el remordimiento de la operación anti-michelín en la cabeza, así que opté por la opción sana.
Pedí berenjena asada con queso, orégano y albahaca fresca (la ponen también con tomate, pero yo soy más de kétchup) y tiras de pollo de corral (no me juzguéis, es un pollo alimentado con pienso y al aire libre, es más sano sí o sí).
Es un poquito caro, pero ya sabéis que todo lo relacionado con la healthy life cuesta algo de sudor (y más si es un sitio de moda). Lo bueno es que en su web podéis ver los precios de la carta y que si vais a través de esta[wp-svg-icons icon=»arrow-right-2″ wrap=»i»] app [wp-svg-icons icon=»arrow-left-2″ wrap=»i»], tienen ofertas muy interesantes. Este sábado, por ejemplo, pinchando aquí teneís un mojito por 7€.
Aunque tengo que admitir que yo eché en falta mi platito de jamón…