Hoy, recelosos del derecho a la propia imagen -como si la cara de uno en Instagram debiera poder empeñarse-, un sujeto en pleno centro de Madrid tirando fotos a transeúntes es mal recibido. Hoy, el fotógrafo catalán Francesc Catalá-Roca, quizá no hubiera sido Frances Catalá-Roca el fotógrafo.
Entonces, en una época en la que ver a alguien disparando fotos en la Gran Vía despertaba la curiosidad y el halago, Catalá-Roca se convirtió en uno de los mayores documentalistas de la sociedad madrileña de los años 50.
Meticulosidad de fotógrafo y dominio de la técnica que daban lugar a obras imperfectas, tan imperfectas como la realidad misma, alejadas del set de fotografía. Más cercano del documentalismo casi antropológico que del artisteo de las revistas de moda.
Nuestro fotógrafo Ángel Biyanueba ha salido a la calle a retratar algunas de la localizaciones inmortalizadas por Catalá-Roca, y superponer sus fotos a la de este. Este ha sido el resultado.