La globalización de los comercios empuja inevitablemente a la necesidad de las comparativas. Uniqlo ya es mundialmente conocido, pero en su momento era el Zara japonés; cada poco tiempo abre un Primark o un Ikea de (insertar topónimo a gusto del consumidor); y el caso de YGF Malatang se puede entender desde la popularidad de la hamburguesería más conocida del mundo.
¿El motivo? China está lleno de estos locales. Hay miles repartidos por toda la geografía del segundo país más poblado del mundo. ¿La realidad? No tiene nada que ver con el McDonald’s: ni en forma ni en fondo, ni en carta ni en producto.
Otra forma de acercarse descriptivamente a YGF Malatang (San Bernardino, 6) es el sintagma “hot pot individual”, la forma en la que muchos creadores de contenido se refirieron a este local que abrió primero en Barcelona y ahora ha abierto en Madrid.
¿Cómo funciona YGF Malatang?
El mecanismo de este insólito (por aquello de que hay pocos de estas características) restaurante recuerda al de un restaurante tipo self service. Agarras un bol, vas a una nevera que se parece a la sección de frutas refrigeradas de un supermercado, te pones lo que quieras, eliges un caldo, te lo cocinan…
Y en cuestión de minutos tienes una sopa que es como la sentencia del filósofo: si no te bañas dos veces en el mismo río, no pruebas dos veces la misma sopa.
Las opciones de la nevera se cuentan por decenas y van desde las verduras a las algas pasando por carnes, pescados o distintos tipos de fideos. Es bastante factible que (si eres europeo) no hayas probado un alto porcentaje de los ingredientes de los que disponen.
La experiencia de servirse los ingredientes en este restaurante se parece un poco a la sopa que prepararías en un videojuego: es casi como si no te lo fueras a comer tú. Ancas de rana, albóndigas de pescado, tofu frito o pak choi va todo al mismo plato y queda (muy) bien.
¿Y el precio?
Lo dicho. Una vez que tienes el combo de ingredientes irrepetible preparado, te pesan el bol (el precio de cada 100 gramos es de 2,19€), eliges el caldo (o de tomate o de hueso o el clásico) y te lo sirven.
El resultado, ese caldo primigenio que es en realidad un puchero chino, es una sopa por la que pagarás un precio que oscila entre los 10 y los 15€.