El parque de El Capricho (Paseo Alameda de Osuna, 25) es uno de esos oasis bucólicos que reverdecen Madrid entre tanto tráfico y bloques de pisos. Este jardín señorial e histórico guarda su mayor secreto a plena vista: un búnker de la Guerra Civil que se puede visitar unas pocas veces al año.
Dos veces al año, el Ayuntamiento convoca Pasea Madrid, una serie de visitas guiadas y gratuitas por espacios emblemáticos de la ciudad. La convocatoria recuerda a la apertura de puertas virtual de un festival masivo: apenas hacen falta minutos para que se agoten las entradas. Y hoy a las 12h se abre el plazo de reservas.
El búnker del Capricho es uno de esos espacios que integran Pasea Madrid. Los cupos para visitarlo se agotan enseguida y la visita de este histórico enclave queda reservada para unos pocos privilegiados: quienes consiguen reservar plaza durante las jornadas habilitadas por el Ayuntamiento. Es decir, Pasea Madrid y también Madrid Otra Mirada.
¿Qué hace un búnker en medio de un parque?
El búnker de la Posición Jaca (nombre en clave que recibía el Cuartel General del Ejército Republicano del Centro) es una de las construcciones militares más importantes de Europa por el buen estado en el que se encuentra. Se trata de un espacio construido a unos 15 metros bajo tierra y que cuenta con unos 2.000 metros cuadrados.
Fue edificado en mayo de 1937, cuando la Junta de Defensa de Madrid (el general José Miaja, realmente) decidió que el alto mando republicano abandonara los sótanos del Ministerio de Hacienda para instalarse en un emplazamiento más seguro.
Las instalaciones del Jardín del Capricho fueron utilizadas por el presidente de la Junta de Defensa de Madrid y el jefe del Ejército del Centro, el general Miaja, que tuvo su residencia y despacho en el palacio hasta 1938. Su puesto sería ocupado posteriormente por el coronel Segismundo Casado López, que mantendría el Cuartel General de Centro en La Alameda hasta el final de la guerra.
Un búnker abierto al público
En el búnker se realizaron diferentes obras de adaptación, que incluyeron un refugio contra bombardeos, reformas en el palacio, diez pabellones ligeros para el alojamiento de las tropas y un pabellón de comunicaciones.
Una de las curiosidades más espectaculares de la visita es conocer la utilidad de las baldosas: todas tienen un dibujo diferente. Si fallaba el generador y la luz se apagaba, con la luz de una cerilla se miraba al suelo para saber dónde estaba uno. Todos los suelos distintos no por estética sino por una función netamente militar: saber dónde estabas en cada momento.
El Ayuntamiento de Madrid decidió abrir el búnker por primera vez al público tras su restauración el 28 de mayo de 2016 con un programa de visitas guiadas. Los intentos por conseguir que el búnker de El Capricho se abriera al público llevaban haciéndose desde los años 80, pero no fue hasta noviembre de 2012 cuando la Plataforma para la apertura al público del búnker de El Capricho empezó a ver resultados.