La historia de las llamadas “casas bajas de Vallecas” es la historia de cualquier otro barrio de las periferias españolas en los años 80. Con el progreso de las ciudades, esos barrios más alejados del centro, fueron objeto de un proceso de reorganización urbanística. Es decir: demolición de las pequeñas casas unifamiliares, asfaltado de esas calles de tierra y barro, construcción de nuevos y flamantes edificios con ascensor, ladrillo visto y vistas a una nueva cuadrícula de ese gran damero que es el callejero de las periferias madrileñas.
Santi Vaquero, vecino de estas casas bajas, fotografió sin ser muy consciente de ello, todo este proceso. Cuarenta años más tarde, sus fotografías se convirtieron en la exposición Un barrio saliendo del barro que itineró (e itinerará) por diferentes centros culturales de Madrid. Y ahora, busca apoyo para convertirse también en un libro.
“La idea del libro surge a partir de la exposición y a través de las ‘peticiones del ‘oyente’, en este caso, ‘del vidente’. Así que nos pusimos manos a la obra. Pero no queríamos ‘solo’ un fotolibro: queríamos aprovechar todas esas historias que nos comentaban los vecinos en las exposiciones y las que nos escribieron en las redes sociales”, comenta Vaquero a Madrid Secreto vía telefónica.
Porque esta exposición generó conversación y recibió a los propios protagonistas de la historia: personas que identificaron a familiares y conocidos en las fotografías, vecinos que vieron en ellas sus propias vidas… “Yo hablo de periferias porque vecinos de Orcasitas, Carabanchel, La Coma… se vieron identificados en esas fotografías, porque compartimos historia, así que hablamos de la vida en las periferias”, remata.
Las historias de la historia
Historias como la de la fotografía de la mujer en la cabina telefónica: “me escribió una mujer preguntando desde dónde estaba hecha la fotografía… porque ella vivía allí y que la persona que salía era su madre, quien había muerto en el año 86 (la foto estaba tomado en el 79). Así que la invitamos al Paco Rabal para presentar la fotografía de su madre. Fue un momento muy especial”.
En ese mismo centro cultural, Santi vivió uno de los momentos más emotivos: “un señor de unos 80 años salía de una clase de deporte con su colchoneta de pilates bajo el brazo; entró en la sala a ver la exposición y se echó a llorar frente a una fotografía: había identificado su coche”.
Historias también como la de “La Pepi”. Una de las fotografías muestra un grupo de mujeres de pie, cosiendo en un descampado. “El hijo de una de ellas, la única que queda viva, se puso en contacto conmigo y llevó a Pepi al Ateneo Republicano y también al Paco Rabal para hablarnos de esa fotografía, de sus amigas, de cómo era su vida allí…”. Relatos cotidianos que sumaron, poco a poco, a la historia de esta exposición.
El crowdfunding para este proyecto editorial en colaboración con la editorial Kit Caníbal, tiene varios objetivos que trascienden lo meramente físico (el libro): por una parte, recuperar la historia de Vallecas a través de las imágenes de Vaquero y de la recopilación de los relatos de sus vecinos; servir como archivo, como centro de documentación de toda esta tradición oral y de una historia de barrio lleno de lucha y movimientos sociales; y, como expresan en la propia web de Goteo, “fomentar el pensamiento crítico a través de estrategias visuales y estéticas”.
Porque al igual que la exposición recuperó de manera natural el espíritu de las propias fotografías, este libro va un paso más allá y pretende recoger las historias de sus vecinos. Una forma de contar ese Vallecas que ya no es pero que fue germen del espíritu del barrio tal y como lo conocemos hoy en día.
Qué encontraremos en el libro
Javier Vaquero, hijo de Santi y parte imprescindible del proyecto, nos cuenta qué encontraremos en este libro: “Estamos recogiendo testimonios de vecinos del barrio para que a través de códigos QR se puedan escuchar y, de ellos, sacaremos algunos extractos para el libro; también hablaremos con Mariano Calle, que se encargó de la reurbanización de Vallecas (y visitó la exposición). También plasmaremos parte de la correspondencia entre mi padre y yo previa a la muestra, en un texto que escribiré sobre la importancia del archivo y de la herencia”.
No en vano, fue Javier quien animó a su padre a montar una exposición con todo ese valioso material fotográfico que guardaba en su casa. Y lo hace ahora con un libro en cooperación con Kit Caníbal: “soy muy cercanas, amigas, casi familia; y tienen una manera de trabajar que nos gusta mucho con un enfoque ético y social. Al final, el contenido de las fotografías es profundamente político no en términos de demanda social, sino en torno a los cuidados. Y eso es lo que queremos poner sobre la mesa: un espacio de trabajo de producción cuidadoso, donde nos sintamos a gusto todos”, comenta Javier.
Un barrio saliendo del barro
Santi Vaquero, nacido en un pueblo de Toledo, había llegado a Madrid para trabajar en los años 70, en plena “dictablanda”, pero dictadura al fin y al cabo. Uno de sus compañeros, otro mozo de carga y descarga, al escucharle y “oler” su inclinación política y su querencia por las manifestaciones y protestas, le invitó a convivir con él y con su familia en un barrio que rebosaba conciencia de clase y en el que no paraban de germinar pequeños brotes verdes impensables para la época: asociaciones de vecinos, centros culturales… Era Vallecas. En sus humildes y raquíticas casas bajas.
Vaquero convivió aquí con la familia de su amigo en un casa de apenas 40 metros cuadrados. Y sacó su arma (su cámara de fotos) para reflejar cómo era todo allí, desde los momentos más cotidianos del barrio (esas señoras de cardado, bata y zapatillas; esos señores de boina y pitillo en boca) a todos esos eventos revolucionarios para la época que fueron germen de lo que es Vallecas ahora: la actividad de las asociaciones Hijos del Agobio o el Gayo Vallecano, las reuniones en los cines de verano (como el Manchego), el festival Rock de Vallecas…
En el año 82, cuando vivía ya fuera del barrio de vuelta en Toledo, recibió una llamada de su amigo porque iban a empezar con la demolición. Vaquero volvió a esas casas para verlas desaparecer y para plasmar, cada gesto, cada golpe, con su cámara. Así, la historia de los vecinos, de las primeras asociaciones vecinales de España y de la destrucción de un barrio (y la construcción de otro), nace un proyecto que ahonda en la memoria y pone en valor el relato de quienes no suelen poder contarlo.