El Metro de Madrid cancela su servicio entre las estaciones de Banco de España y Ópera por culpa de Pocoyó. Este presunto titular no forma parte de una formulación propia de un universo paralelo, sino que es un episodio real con una licencia poética. La licencia es que desconocemos si el culpable es Pocoyó o cualquier otro personaje de animación, el caso es que un globo metálico se enganchó con la catenaria de la estación de Sol en 2015 y bloqueó durante una hora el tráfico entre las céntricas estaciones.
El episodio no fue un caso aislado, sino que desde 2008 hasta 2016 se contaron hasta ocho ocasiones en las que los globos se escaparon en el interior de estaciones de Metro provocando cortes y cortocircuitos. Así, la Comunidad de Madrid prohibió el acceso con globos metálicos a la red subterránea de transporte el 28 de octubre de 2016.
El Capítulo I del Reglamento de Viajeros en su artículo 2 contempla esta circunstancia y justifica esta prohibición con las siguientes palabras: “ante el riesgo de que estos elementos provoquen incidencias eléctricas que afecten a la circulación de los trenes”.
Los globos, que están recubiertos de Mylar o papel aluminio, son conductores de electricidad y resisten inflados incluso semanas. En la anécdota referida en diciembre de 2015 –la que causó el corte de la circulación entre Banco de España y Ópera– lo que ocurrió fue que, al escaparse de las manos del portador, el globo se enredó en la catenaria. El siguiente tren entró en contacto con el globo, se produjo una descarga eléctrica y la estación estuvo inutilizada durante una hora.
Metro de Madrid, entonces, con la vista puesta en el refranero popular (más vale prevenir que curar) y el hecho legislativo prestando más atención a la experiencia que a los supuestos, cortó por lo sano e impidió (e impide) el acceso a sus instalaciones a aquellas personas que lleven globos metálicos.