“Si España fuera un donut, Madrid no existiría y Albacete tendría playa”, cantan Mártires del Compás. Y aunque Albacete no tiene playa, Madrid sí que es una isla (de calor). O al menos funciona como metáfora para entender las circunstancias climáticas de la ciudad: Madrid es la ciudad con mayor diferencia térmica entre centro y periferia.
Así lo ha determinado la consultora Arup a través de un estudio llamado Urban Heat Snapshot, un estudio basado en inteligencias artificiales e imágenes por satélite. Desde Arup han cartografiado los focos de calor más extremos en 150 kilómetros cuadrados de cada centro urbano.
Algunas de las ciudades analizadas son Bombay, Nueva York o Londres y todas ellas salen mejor paradas que Madrid. Si bien es cierto que las ciudades comparadas son solo seis (las otras dos que faltan son Cairo y Los Ángeles).
La capital de España refleja una diferencia de hasta 8,5 grados entre el centro y la periferia (entre Malasaña y Casa de Campo, concretamente). La máxima diferencia de Bombay, por ejemplo, es de 7ºC y la de Londres y Nueva York se mueve alrededor de los 4,5ºC.
¿Cómo se solucionan las islas de calor?
Susana Saiz, directora de servicios de clima y sostenibilidad de Arup en Europa, dice lo siguiente: «Sin darnos cuenta, hemos diseñado muchas de nuestras ciudades para que sean calurosas. Hemos excluido la naturaleza, hemos hormigonado nuestras calles, hemos construido edificios que obstruyen los canales naturales de ventilación en las ciudades».
Al apelar a las formas de solucionar estas islas de calor y conseguir así temperaturas más estables y regulares en la ciudad, Saiz habla de una adaptación al cambio climático a través de la plantación de árboles o instalación de estanques o lagos, algo que va a moderadamente en contra de una de las grandes últimas medidas que se han llevado o se están llevando a cabo en Madrid: la reforma de la Puerta del Sol.