Objetos de uso cotidiano y chismes raros que cayeron (o se dejaron caer) al agua.
El lago de la Casa de Campo ha vuelto tras un año de en el que ha experimentado una reforma integral: la instalación de césped fresco y pavimento reparado, la retirada de algunos elementos y la incorporación de otros nuevos (hola, hamacas para tomar el sol cerca de la orilla). Y, cómo no, la renovación del agua.
Para llevar a cabo algunas de las obras, el estanque tuvo que drenarse y, aunque nos dijeron que se rellenaría antes de Año Nuevo, las condiciones climatológicas adversas han retrasado los plazos estipulados. Pero ya está, nuestro lago vuelve a ser el que era.
Sin embargo, el estanque seco ha dado más de una sorpresa a los operarios que se encargaron de su vaciado. Encontraron, como es lógico, móviles y cámaras de fotos en el fondo, probablemente perdidos en un descuido por gente que intentaba llevarse un recuerdo del paisaje.
Pero es que también aparecieron cosas raras, como una pistola, CPUs, ordenadores y un fardo sospechoso. La policía analizó su contenido y ha declarado que no había sustancias estupefacientes. Con lo de la pistola y los ordenadores seguimos flipando, ¡queremos una explicación!
Otros objetos recurrentes han sido los columbarios, donde se guardan las cenizas de los muertos. Imaginamos que muchos difuntos compartían un último deseo: esparcir lo que quedaba de ellos en el lago de la Casa de Campo, urna incluida.
También han aparecido sillas y mesas de terrazas, algo que nos parece hasta normal considerando este escenario tan surrealista.
¿Qué saldrá a la superficie dentro de unos años, cuando vuelvan a vaciar el lago? Seguramente nada que pueda superar a lo que se encontró en el lago a finales de 2017.