A medida que se va construyendo una ciudad se va construyendo también, de forma paralela e inevitable, todo lo que nunca será: el negativo de una urbe hecho a base de descartes, de todas las alternativas no elegidas, que solo existe en dos dimensiones sobre los planos de un proyecto. Un proyecto que, después de imaginado, jamás se llegó a construir.
En la capital, paralelamente a la construcción de la ciudad que conocemos hoy, se proyectó un Madrid en el que un enorme monumento con forma de globo terráqueo era una realidad. El motivo de querer instalar una construcción de esas características era el de celebrar el cuarto centenario del «descubrimiento» de América en 1492 y materializar esa efeméride para la posteridad.
El proyecto –que hoy sería cuestionado y cuestionable por la figura a la que homenajea–, tomó forma en 1892 en las manos de Alberto de Palacio: un reputado arquitecto del siglo XIX de origen vascofrancés que, aunque no llegó a materializar este proyecto, sí dejó huella en Madrid en forma de algunas de las construcciones más significativas de la ciudad.
Un monumento «colosal»
«Centenario IV del descubrimiento de América. Monumento colosal en memoria de Cristóbal Colón. Proyecto del arquitecto bilbaíno D. M. Alberto de Palacio». Ese era el título que acompañaba al titánico proyecto de Palacio, para el que eligió como ubicación el madrileño Parque de El Retiro.
De la forma en que estaba planteado, según recoge Xataka, este gigante globo terráqueo sería «una esfera metálica de 200 metros de diámetro que se alzaría sobre un pedestal de 100 metros de altura«.
A modo de remate, la construcción estaría coronada por una réplica de la Santa María, una de las carabelas de Colón, que serviría para convertirla, de paso, en una edificación más alta que la Torre Eiffel. En el interior de ese barco, además, habría lugar para «restaurantes, salas de reuniones y conferencias, un teatro, museos…».
En el exterior, el arquitecto ideó también una pasarela –a la altura de donde se situaría la línea ecuatorial– de 700 metros de longitud y 14 de ancho, por la que los madrileños y madrileñas podrían pasear y disfrutar de unas impresionantes vistas de la ciudad.
Alberto de Palacio en Madrid
A pesar de que gozó de gran apoyo popular, la propuesta de Alberto de Palacio nunca llegó a materializarse por cuestiones presupuestarias. Sin embargo, el arquitecto dejó su huella en Madrid en algunas de las construcciones más conocidas de la ciudad.
Sin salir del Retiro, participó en la construcción de los emblemáticos Palacio de Velázquez (1883-1884) y Palacio de Cristal (1887) junto al arquitecto Ricardo Velázquez Bosco y el ceramista Daniel Zuloaga. Asimismo, colaboró en la ejecución del Banco de España y construyó con Francisco Borrás la fábrica Osram en el Paseo de Santa María de la Cabeza.
Junto a sus obras en el parque madrileño, la más destacada fue el diseño y construcción, en colaboración con el ingeniero Saint-James, de la estación de Atocha. Una estación que lleva el sello del arquitecto que imaginó una de las tantas versiones de Madrid que pudieron haber sido.