Un símbolo de la capital estará tres años sin ser visitado. Se trata del Palacio de Cristal, el edificio del siglo XIX que ha permanecido desde su inauguración en un entorno de postal: frente a uno de los lagos más bellos del Retiro, lleno de ocas y cisnes. Podría considerarse uno de los grandes atractivos del Paisaje de la Luz. Desgraciadamente, el deterioro del material acristalado que lo envuelve está a punto de provocar el derrumbamiento de sus piezas, y con ello daños irreversibles en su estructura.
Aparte de Bien de Interés Cultural (BIC), el palacio es una de la sedes del Museo Reina Sofía, que anunció en un comunicado el grave estado del monumento. Ya en mayo de 2023 se produjeron una serie de desprendimientos que obligaron al museo a tomar medidas: unas obras de cuatro meses que sirvieron para detectar un grave desgaste tanto en la estructura del edificio como en su envolvente de cristal.
Dadas las conclusiones a las que llegó la dirección del proyecto de obra (“cuadro patológico preocupante”), el Área de Arquitectura, Desarrollo Sostenible y Servicios Generales del Reina Sofía presentó un informe-propuesta con la intención de ampliar las remodelaciones. El Consejo de Ministros aprobó esta iniciativa, que por el momento tiene un presupuesto de siete millones de euros.
La historia del palacio
La remodelación del Palacio de Cristal coincide con el centenario del nacimiento de Ricardo Velázquez Bosco, creador del edificio. El arquitecto diseñó este espacio para acoger la Exposición de Flora de las Islas Filipinas, una muestra en la que se ponía en evidencia el exotismo de la entonces colonia española, así como el desarrollo tecnológico de España. En un principio, el palacio funcionó de invernadero para conservar plantas de origen asiático. Con los años, por su innegable belleza, se ha convertido en una conocida sala de exposiciones, así como en uno de los fondos de fotografía más solicitados por los turistas de Madrid.