Virginia montó un blog y luego abrió un restaurante. Una síntesis extrema del proyecto de Virginia Mayo Molina bien podría ser la frase anterior. Entre medias, claro, pasaron cosas y faltan detalles de suma importancia. El blog era (es) de cocina vegana y el restaurante también. El Perro Gamberro abrió en la Latina y buscando un espacio algo más grande llegó en noviembre de 2019 –con una fiel parroquia clientelar– a la zona de Fuente del Berro.
El éxito del modelo del Perro Gamberro bien podría decirse que es absolutamente cristalino. A saber: no hay ningún truco tras las recetas. ¿Quieres hacer su ensaladilla al estilo escandinavo o una berenjena en salsa verde con patatas? Virginia tiene las recetas colgadas en el blog de cocina de Perro Gamberro.
Las croquetas del Perro Gamberro
No es la principal peculiaridad, pero sí es un fuerte un reclamo para ir a Perro Gamberro: la presencia de la croqueta en su carta casi recuerda a la del gato de Schrödinger. El interior de la croqueta es una lotería y solo lo sabes tras preguntar por él. Cada día hacen una croqueta diferente.
El miércoles, por ejemplo, tenían la de berenjena, salsa teriyaki y manzana. Pero si vas otro día quizás te encuentras con la de setas al ajillo o con la de bacalao al ajoarriero o con la de tomate y hierbabuena. La clave para hacerlas, dice Virginia, es un buen sofrito. Y, claro, como son croquetas veganas, en Perro Gamberro no usan leche de vaca y sí de soja o de coco (por ser las que más contenido graso tienen). Tampoco usan mantequilla.
El éxito de esta ruleta rusa de la croqueta es constatable: Virginia hace un centenar de croquetas cada día. ¿El precio? A 1,5€ la unidad y a 8€ la ración (compuesta por 6). Y su presencia, por cierto, en el olimpo croquetero está aupada por una de las referencias en el campo de las croquetas. Croquetas en Madrid dijo del sabor de su croqueta que “envuelve el paladar y perdura un buen rato”. Y nosotros no podemos hacer otra cosa que no sea asentir, corroborarlo y recomendarlo.