Madrid en domingo, por un lado, y Rastro, por otro, son dos expresiones que, si no son sinónimos, siempre van de la mano. Y la vuelta a antiguos hábitos va acompañada de la vuelta al Rastro tal y como lo conocemos. Primero tuvo lugar el cierre en seco que lo mantuvo sin reanudarse durante 36 semanas. Luego, en enero, finalmente se volvió a una extraña normalidad en la que solamente podían instalarse un 50% de los puestos (alrededor de 500) y en turnos rotativos.
Ahora, en pleno contexto de regreso a un escenario similar al de 2019, Madrid ya ha eliminado las restricciones de aforo en cines y teatros y también ha borrado las limitaciones horarias en el ocio nocturno. En este momento en el que ya no se habla de nueva normalidad y sí de antigua normalidad, el Rastro –sus comerciantes– exigen volver a trabajar domingo tras domingo.
La semana pasada durante el pleno del distrito Centro, PSOE y Más Madrid instaron a la reapertura total e inmediata del Rastro tal y como se le conoce históricamente. La moción salió adelante, pero necesitaba de un marco jurídico que la avalara.
Así, la Dirección General de Salud Pública sacaba un decreto que modificaba la orden del 7 de mayo y que entró en vigor el lunes 20 de septiembre y que decía que las actividades se podían desarrollar “siempre que se adopten las medidas oportunas para evitar aglomeraciones y se garantice el mantenimiento de la debida distancia de seguridad interpersonal de, al menos, 1,5 metros, así como el uso de mascarilla cuando sea obligatorio”.
En esta situación, la Comunidad de Madrid ya permite abrir mercadillos con el 100% del aforo y sería a partir del 26 de septiembre cuando ya entraría en vigor esta medida. El uso del condicional viene derivado de las declaraciones de José Fernández, concejal de Centro, para 20 Minutos, donde señala que, si el Rastro volviera a su ubicación de siempre, no respetaría los mínimos de distancia. A falta de cinco días para la celebración del Rastro, el escenario recoge el mismo número de dudas que de certezas.