Uno de los secretos mejor guardados del metro de Ventas es el antiguo vestíbulo que se encuentra detrás de la cabina del jefe de estación. Se habilitó en los años treinta únicamente para la salida de los viajeros durante eventos taurinos, y con la incorporación de salidas más modernas, la de principios del siglo XX quedó en desuso.
Después de dos años de obras en la estación de Ventas, la rehabilitación del vestíbulo no ha hecho más que comenzar. El espacio, que ha permanecido cerrado durante 40 años, abrirá de nuevo al público pronto, esta vez como museo de Metro.
La remodelación destacará por conservar su estética de los setenta: la cabina del revisor, la escalera, las puertas de acceso, las paredes y, en definitiva, cada detalle está diseñado para que el vestíbulo parezca atrapado en el tiempo; en los años que tenía acceso directo a la Plaza de Toros de las Ventas.
Un vestíbulo con acceso a una importante plaza monumental
Ya en el año 1737, el arquitecto Pedro de Ribera diseñó la primera plaza de toros madrileña cerca del río Manzanares. En el siglo XIX, como respuesta al crecimiento demográfico de la capital, el ingeniero Carlos María de Castro propuso que se construyera una más grande cerca del Retiro, a la derecha de la calle Alcalá.
La que hoy conocemos como Plaza de Toros Monumental de las Ventas se inauguró oficialmente en 1934. Después de la Guerra Civil se convirtió en el lugar de encuentro para las figuras más conocidas de la tauromaquia contemporánea.
La plaza, con su llamativo estilo mudéjar y sus grandes dimensiones (es la segunda más grande del mundo, solo por detrás de la Plaza de Toros Monumental de México), es considerada hoy como un monumento histórico-artístico en el que se celebran fiestas, conciertos y más eventos.