
La metáfora de la Galia que resiste (y todo ese universo referencial que es herencia de haber leído Asterix y Obelix) es escasa en Madrid. (La metáfora, por aclarar, refiere a esos pequeños reductos de una arquitectura pasada que no ha sucumbido al avance de la modernidad). A lo largo de la ciudad se cuentan casi con los dedos de una mano estos contrastes.
Algunos, quizás como el Madrid Moderno o el de ciertas casitas de una o dos alturas repartidas por la ciudad, resistieron. Otros que también resistieron (a medias) fueron los vecinos del autodenominado Reino de Belmonte: un caso con raros precedentes y seguro con pocos postcedentes.
Érase una expropiación
Eran finales de los 80’, Madrid crecía como crece ahora, la ciudad del Gran Trauma se había creado con mano de obra vecinal y el diario ABC publicó un artículo titulado Nuevos estudios para erradicar las 19 bolsas de pobreza de Madrid.
El diario contaba que el Ayuntamiento quería proyectaba construir 7.200 viviendas en el Cerro Belmonte (en el distrito de Moncloa-Aravaca) para acabar «con el deterioro urbano, que en unos casos se trata de chabolismo y, en otros, de infravivienda».
Lo que para las instituciones era infravivienda para quienes la habitaban era su hogar: terrenos, algunos, con amplios patios y bien dotados. Un centenar de viviendas a las que el Ayuntamiento le había puesto (bajo) precio: 5.018€ por metro cuadrado.
Ante una situación de agravio, los vecinos del barrio pusieron en marcha la maquinaria que haría que su caso resonara internacionalmente. Desde huelgas de hambre hasta encierros en la iglesia acabando con una proclamación de independencia.
Cuba entra en acción
Pocos meses antes de llegar a esta situación, los vecinos contactar con Cuba para solicitarle asilo político a Fidel Castro (el porqué de contactar a Cuba apela a una crisis diplomática con España).
Los vecinos le mandaron una carta a Castro que, según recoge ABC, calificaban la expropiación de “injusta y especulativa” y añadían que esperaban encontrar en Cuba los derechos y la justicia que en España se les negaba.
La respuesta de Fidel Castro se recuerda en los artículos de prensa que tratan el tema: un 10% de los vecinos (alrededor de 20 personas) volaron a Cuba invitadas por el Gobierno. Y en un discurso de cuatro horas, el tema de Belmonte monopolizó más de otro 10% del discurso.
La petición de ayuda a la comunidad internacional escaló tanto que incluso los vecinos anunciaron que le pedirían a la ONU que reconociera la independencia del barrio.
El referéndum en Cerro Belmonte
Los vecinos de Cerro Belmonte proclamaron su independencia previo paso de un referéndum que tuvo lugar el 5 de septiembre. El resultado: de 214 vecinos, 212 votaron a favor del sí.
Y la independencia se concretó durante una semana.
La consecuencia más inmediata fue dotar de símbolos al nuevo y efímero país: se redactó una constitución, se compuso un himno, se cortó el tráfico en las calles adyacentes, se creó una bandera e incluso acuñaron una moneda propia (cuyo valor, el del belmonteño, era de 5.018 pesetas).
El caso llegó a las páginas o a las pantallas de medios como Times Magazine, Der Spiegel o la BBC. La historia tuvo final feliz para los vecinos y las presiones sirvieron para que, uno, el Ayuntamiento anulara las expropiaciones y, dos, para que años más tarde se renegociara el precio de la venta y los vecinos fueran realojados en pisos de la zona.