Hace justo 400 años que en el número 9 de la calle de San Roque, en Malasaña, se fundó el convento de San Plácido: un histórico lugar de culto que cuenta con las distinciones de Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico y que, según ha podido saber El Periódico de España (EPE), cierra porque «por primera vez en cuatro siglos en su interior no hay ni una monja benedictina».
El número de monjas de la Orden de San Benito, de clausura, había ido mermando en este convento con el tiempo: la información publicada por EPE apunta a que antes de la pandemia no llegaba a diez el número de religiosas y que durante el último año esa cifra había descendido a menos de cinco.
A los factores que suelen ser comunes al cierre de conventos en España (la avanzada edad de las monjas o la falta de nuevas vocaciones, entre otros) en el caso del convento de San Plácido hay que sumar otro: las monjas no aceptaban a religiosas que no hubiesen nacido en España.
En el plano económico, hace años que las benedictinas habían dejado de alquilar una parte del edificio que ocuparon distintos comercios a lo largo del tiempo, como la zapatería que se puede ver en la imagen que ilustra este artículo.
El futuro del convento
Tras su cierre, se desconoce cuál será el futuro de este histórico edificio. Para encontrar un caso similar hay que desplazarse hasta el madrileño barrio de Chueca.
Allí, el antiguo convento de Santa María Magdalena se levantó en 1625 en la calle de Hortaleza, 88. Tuvo ese uso hasta 1974 y posteriormente se convirtió en sede de la UGT hasta 2017. También está declarado Bien de Interés Cultural y, después de haber pasado años desocupado, se convertirá en un hotel.