Chueca es el barrio de amor por varios motivos. Uno de ellos, por ejemplo, es que en la iglesia de San Antón (santo que vela por los solteros) se encuentran supuestamente las reliquias de San Valentin.
Desde los años 90 es el barrio LGTBI de Madrid por excelencia. La comunidad LGTBI consiguió recuperar un barrio abandonado a su suerte para convertirlo en un barrio que es refugio de creativos y, en definitiva, el barrio de constante moda de la ciudad. Otro motivo para enamorarse en y de Chueca.
Qué ver en Chueca
Museo del Romanticismo
Podríamos decir que el Museo del Romanticismo roza lo etnográfico. De hecho, este palacete entre Chueca y Malasaña mantiene los aires de la vida de la alta burguesía española durante la época del reinado de Isabel II. Es, en sí, una apertura de puertas al pasado.
Entraremos por el vestíbulo y pasaremos por habitaciones, salones, cocinas… caminando entre vajillas, juguetes, vestimentas y todo tipo de curiosidades que se encontrarían en un hogar de estas características durante la época del Romanticismo. Entrarás por sus obras de arte, su arquitectura y su belleza recargada. Te quedarás por su patio, tan coqueto, aislado de todo pese a estar en el corazón de Madrid. Aquí, antes, se ubicaba el Café del Jardín, un lugar único para disfrutar de una mimosa o un desayuno en el edificio más ‘romántico’ de Madrid.
Calle San Mateo, 13.
Palacio de Longoria
El palacio de Longoria es de los pocos edificios modernistas de Madrid. El edificio fue mandado construir por el financiero Francisco Javier González Longoria en 1902 y aunque muchas personas atribuyen la obra a Gaudí, en realidad pertenece a otro arquitecto catalán, José Grases Riera, al que muchos consideran discípulo del artista, pero en realidad fue compañero suyo durante sus estudios.
Hasta que la SGAE (Sociedad General de Autos y Editores) se hiciera con el edificio en 1950, ha pasado por muchos dueños que han ido modificando el interior del edificio, aunque su patio trasero continúa siendo una de las joyas más ocultas del palacio.
Calle de Fernando VI, 4
COAM
El COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid) se encuentra en ese límite difuso entre Chueca y Malasaña. El edificio creado por el arquitecto Gonzalo Moure se resuelve entorno a un jardín, que, aunque suene manido, es un oasis en un barrio sin apenas verde. Las cristaleras, el hormigón y el metal contrastan con la fachada del edificio original: las Escuelas Pías de San Antón que se quemaron en 1995.
Además, se puede disfrutar de la cafetería, de algunos eventos que se celebran como Urvanity, y también se ubican aquí una escuela infantil y un centro de mayores.
Calle Hortaleza, 63
Antigua sede de la UGT
Considerado Bien de Interés Cultural, la antigua sede de la UGT, de casi 400 años de antigüedad, se encuentra en el corazón del barrio, en el número 88 de la calle Hortaleza. Aunque fue durante mucho tiempo, hasta 1974, el convento de Santa María Magdalena, se le conoce comúnmente por haber albergado desde finales de la década de los ochenta la sede de la Unión General de Trabajadores (UGT). El inmueble tuvo estas funciones hasta 2017, cuando el sindicato firmó un contrato de 35 años con JIMA Patrimonial de Hostales, que está actualmente en proceso de convertirlo en un hotel de 41 habitaciones.
Calle Hortaleza, 88
Museo de Historia de Madrid
Su fachada no pasa, ni mucho menos, desapercibida entre el trasiego de paseantes de Fuencarral. No podía ser de otra forma tratándose de uno de los edificios más representativos del Barroco madrileño: fue una obra de Pedro Ribera que data del siglo XVIII y que en el momento de ser concebida albergaba el antiguo Hospicio de San Fernando.
Su transformación como Museo Municipal tuvo lugar en 1929, y en 2007 fue rebautizado con el nombre que le conocemos hoy. Su colección se basa en un amplio catálogo que abarca desde pinturas, dibujos, fotografías o postales a cerámicas, abanicos, monedas u otras piezas que dan cuenta del pasado de la capital y sus habitantes. La entrada es gratuita y se puede visitar de martes a domingo.
📍 Calle Fuencarral, 78
La Casa de las Siete Chimeneas
A pocos pasos de la Gran Vía se encuentra este histórico edificio que alberga el Ministerio de Cultura y Deporte. Mucho antes de convertirse en lo que es ahora, cuenta una leyenda que fue la casa en la que vivió (y murió) la amante de un rey: corría el siglo XVI, el rey en cuestión era Felipe II y su amante –o según otras versiones, su propia hija– se llamaba Elena.
La joven se casó con el capitán Zapata, que murió en batalla. La noticia le causó una profunda tristeza que no pudo superar y acabó suicidándose. La leyenda cuenta que su espíritu se aparecía, ataviado con una túnica blanca, y atemorizaba a los madrileños. No en vano integra la lista de lugares terroríficos de Madrid.
📍 Plaza del Rey, 1
Dónde comer (y beber) en Chueca
That’s Amore
Nico Russo, propietario de la pizzería That’s Amore, se trae de Italia lo que puede traerse de Italia —que, por poder, te puedes traer hasta la Fontana di Trevi, pero otra cosa es la vida útil de muchos productos frescos que apenas tardan un día en caducar— y busca a los mejores proveedores de lo que no puede importar. El calificativo «mejor» precediendo a la palabra pizza y seguido del sustantivo «Madrid» es un arma de doble filo y, aunque podríamos tirar de ese argumento (o al menos decir «una de las mejores»), mejor lo dejamos a criterio de todo aquel que quiera probar sus pizzas.
Calle Pelayo, 6
Pizzas desde 9,5€.
Mercado de San Antón
Derribado y reconstruido en 2011, el Mercado de San Antón lleva en Chueca desde el siglo XIX. El mercado se divide en tres plantas: en la primera están los productos perecederos, en las segunda puestos de comida para llevar, aunque hay alguna mesa alta en la que se puede comer; y la tercera está íntegramente dedicada a restaurantes.
Aquí podrás encontrar algunas de las mejores hamburguesas de Madrid, en Juancho’s BBQ y comprar pan de masa madre en Madreamiga. Todo en uno.
Calle de Augusto Figueroa, 24
Mercado de San Ildefonso
A veces la mejor opción para salir a comer cuando no se tiene muy claro el qué es acudir a un mercado y dejarse llevar. Desde las tapas más clásicas hasta un restaurante fusión de cocina japonesa y coreana, todo ello y más queda abarcado en los alrededor de 20 puestos del Mercado de San Ildefonso. El espacio, que cuenta con tres plantas y con dos terrazas, dejó atrás su pasado de mercado tradicional para convertirse en una de las mejores propuestas de street food de Madrid.
Calle Fuencarral, 57
Kritikos
Al lado de una plaza (la plazuela de la Memoria Trans) que no parece madrileña, hay una terraza que tampoco lo parece. Un puñado de cojines se amontonan en el poyo de un ventanal exterior y uno sabe automáticamente que ese debe ser uno de los sitios más cotizados de Chueca. Uno, por la ubicación privilegiada; dos, en función de la hora por la incidencia del sol y tres, por la calidad de la comida que ofrecen tras ese ventanal.
Tras ese ventanal está Kritikos, restaurante griego, y la enorme cristalera funciona perfectamente como metáfora de transparencia y de claridad conceptual. En Kritikos la apuesta es sencilla: los procesados no tienen lugar, la comida es siempre fresca y la palabra sano orbita alrededor de todos los platos.
Calle San Gregorio, 11
Alrededor de 25€ por persona.
Biang Biang
El plato estrella de la carta de este pequeño restaurante son los tallarines hechos a mano que no se encuentran en ningún otro local de Madrid, en un restaurante donde todo sabe a China. De sus tallarines casi se podría hablar en singular. Son masas de harina de una enorme longitud. El sello de autenticidad gastronómica saltaba a la vista: no encontrarás estos noddles en ningún restaurante de imitación asiática.
Calle Pelayo, 8
Alrededor de 20€ por persona
La Tita Rivera
En la frontera entre Chueca y Malasaña está uno de los mejores patios de Madrid o, al menos, el idóneo para disfrutar de un pedacito de la esencia de Galicia en la capital. El tributo a la cerveza que logra con su decoración, con la que se asemeja a una antigua fábrica, queda patente también en las opciones de su carta. En ella, más allá de las bebidas, pueden encontrarse opciones variadas para desayuno, comida y cena.
Calle de Pérez Galdós, 4
Alrededor de 15€ por persona
Areia Chill Out
Un clásico de Chueca. Areia está distribuido en diferentes reservados y su apellido lo dice todo: Chill Out. El ambiente es relajado, las luces son tenues, porque aquí se viene a la charla y al brindis. Este rincón del barrio lleva más de veinte años sirviendo deliciosos cócteles y haciendo, de Madrid, una plana subterránea.
Calle Hortaleza, 92
La Pizzería
A la pregunta «¿Vamos a comer a La Pizzería?» le suele seguir otra: «¿A cuál?». Pero este restaurante italiano ni tiene apellidos ni le hacen falta, porque se ha ganado por derecho propio llevar por bandera el nombre de lo que mejor saben hacer: pizzas. Y no cualquier pizza: pizzas napolitanas hechas al horno de piedra.
Aunque es este plato el que les da nombre, su carta se completa con pasta y postres (ambos caseros) que, en términos de calidad, se sitúan a la misma altura que sus pizzas y no les tienen nada que envidiar. Nuestro consejo, entonces, es que a La Pizzería hay que ir al menos dos veces, para poder comprobarlo. Y creednos si os decimos que no será un consejo difícil de seguir.
📍 Calle del Barquillo, 20
💸 Puedes probar aquí un menú italiano formado por pizza napolitana o pasta, postre y bebida por 18€
Toni 2
Hablar de bares icónicos de Madrid implica hablar del Toni 2, aunque la experiencia que ofrece tras sus puertas este piano bar está lejos de parecerse a la de cualquier bar castizo de la capital. Entregado a la noche madrileña desde hace más de cuarenta años, la escena que se da cada noche en su interior puede parecer sacada de un musical. Tener a todo el mundo cantando alrededor de un piano, en ello consiste su fórmula. Tan sencilla como exitosa.
Calle del Almirante, 9
Tomar café en Chueca
Faraday
En la serie Perdidos, tiene un papel residual; en el campo de la ciencia, se le reconocen sus aportaciones a la electromagnética; y en Madrid es una de las mejores cafeterías de espacialidad y (al mismo tiempo) un sitio agradabilísimo para escuchar música. Faraday es una cafetería del barrio de Chueca de estética industrial y una cuidada selección musical. Rodrigo y Michelle, una pareja de origen argentino, son los dueños. Y Rodrigo se encarga de que la banda sonora del local sea siempre acorde a cada momento.
📍Calle de San Lucas, 9
La Duquesita
Pasar por la puerta de La Duquesita y no comprar una palmera de chocolate debería ser considerado pecado capital. El coqueto escaparate, con esos colores pastel tan de Wes Anderson, provoca la salivación inmediata de todo el que transita la calle Fernando VI. Oriol Balaguer es el artesano (o artista) tras la magia pastelera: formado en la Escuela del Gremio de Pastelería de Barcelona y en el Bulli de Ferrán Adrià, rescató la centenaria pastelería de La Duquesita (abierta en 1914) del olvido y del cierre, para montar una bombonería que es pastelería y que es sinónimo de la mejor merienda de tu vida. En serio. Tres palabras: palmera de chocolate.
Calle de Fernando VI, 2.
Qué hacer en Chueca
Berkana
Cuando Berkana abrió en 1993, Chueca estaba lejos de ser lo que es hoy. Con bares y locales de ocio casi clandestinos que solo abrían por la noche, el barrio LGTBI de Madrid necesitaba un espacio alrededor del que articularse. Es entonces cuando Mili Hernández y Mar de Griñó, fundadoras de Berkana, entraron en escena. Replicaron el formato de otras librerías LGTBI en Londres o en Nueva York y Berkana, con los pocos títulos disponibles en aquellas fechas, echó a rodar. Y a partir de ahí el resto es historia viva del barrio.
Calle de Hortaleza, 62
Nakama
Basta con visitar una vez Nakama para que, al entrar, te llamen por tu nombre. Rafa Soto y Miren Echeverría son dos de los mejores libreros de Madrid. Su catálogo está elegido con mimo, las recomendaciones se adaptan siempre a las peticiones del lector y si necesitas algo, te lo piden. Amabilidad, cercanía, familiaridad, erudición en un sitio que también organiza actividades como presentaciones.
Calle Pelayo, 22
Panta Rhei
Ingrid y Lilo llevan más de veinte años tras el mostrador y entre los libros de Panta Rhei, que ya es decir. Dos décadas seleccionando obras, vendiendo sabiduría, recomendando joyas. Al abrir las puertas de esta librería de la calle Hernán Cortés, se nota la familiaridad y se pasea con la boca abierta por la tremenda selección de sus angostos pasillos. Especializada en ilustración y diseño gráfico y en creatividad, en general, también hay espacio para la literatura infantil, la novela, la gastronomía… y las presentaciones en su piso inferior, los talleres y el intercambio de ideas. Un espacio de los que hace barrio y une a los vecinos y visitantes. Y, además, siempre hay perretes para darte una feliz bienvenida.
Calle de Hernán Cortés, 7.
La Peliculera
A quien le guste la fotografía analógica, necesita visitar (si no lo ha hecho ya) el estudio de La Peliculera. Se dice, se comenta, que aquí revelan fotografías como en ningún otro lugar. Se constata, se confirma, que es uno de esos lugares que mantiene la magia de esos oficios en peligro de extinción pero que tan bellos, necesarios y mágicos son. En el revelado se descubren colores, se matizan efectos: ocurre la artesanía original de la fotografía. Su tienda, además, es un compendio de cámaras, complementos, talleres, sesiones fotográficas… uno de esos lugares que merecen ser protegidos para que no cierren nunca.
Calle de Argensola, 2.
Metatopy
En Metatopy hacen arreglos de flores que bien podrían ser esculturas. Ellos lo definen así: «Metatopy es una flor, planta o cualquier elemento que sorprende por encontrarse en un lugar que no es el esperado». En su puesto en la primera planta del Mercado de San Antón, del que ya hemos hablado más arriba, se puede ver ese acercamiento al arte, el grafismo y el collage del que hacen bandera. Una floristería de lo más vanguardista con una idea que se aleja de lo obvio y tradicional, pero con un enfoque artesanal.
Mercado de San Antón – Calle de Augusto Figueroa, 24
Este barrio es perfecto para cuando no tienes un plan definido, siempre hay algo que hacer en Chueca y nunca sabes cuando vas a volver a casa, porque si vienes aquí te lías. Nuevos bares, gente de todas partes, cafés centenarios y palacios con mucha magia que te atrapan y harán que quieras volver.
Este artículo ha sido escrito a diez manos por Alberto del Castillo, María F. Carballo, Selene García, Isabel Nieto , y Elena Francés.