
El único edificio que Minoru Yamasaski, arquitecto estadounidense de ascendencia japonesa, proyectó en Europa se erige sobre la zona de AZCA. Torre Picasso reúne tres peculiaridades o como poco tres datos destacables a un acompañante en un hipotético paseo por Nuevos Ministerios: primero, que fue el edificio más alto de España; segundo, que su creador no lo vio terminado; y tercero, que el arquitecto que lo pergeñó es el mismo que ideó el World Trade Center de Nueva York. La Torre Picasso, por otro lado, en su bautizo no rinde homenaje al pintor malagueño sino a la plaza desde la que se alza.
El edificio de Yamasaki fue concebido a mediados de los setenta, se empezó a construir a inicios de los ochenta y se inauguró en 1989. Tres años antes había muerto el arquitecto que lo proyectó, Yamasaki, y el sustituto que comandaría la obra en los tres años restantes, Genaro Alas, sería el autor –aquí desde un primer momento– de un extinto edificio icónico madrileño: la Torre Windsor.
La importancia de la Torre Picasso no la sintetiza ni siquiera su autoría: es apenas un aperitivo, un prólogo o un titular en el momento de hablar del edificio. Sus 45 plantas le pertenecen a Pontegadea, la sociedad inversora de Amancio Ortega, y su uso actual es el oficinista. La ocupan empresas como Delotte, Google o Accenture. Tampoco escapa de la importancia en la cultura popular. Alejandro Amenábar en Abre los ojos (1997) elige la Torre Picasso como escenario de su última escena.
El edificio, que en una mirada miope recuerda a un ministerio de la serie The Man in the High Castle, es de un estilo netamente sobrio: el blanco crece monocorde desde abajo sin permitir casi personalización alguna. Una construcción autoral y coherente con el diseño de Yamasaki. Tanto es así que bien podría decirse que la Torre Picasso tiene también una hermana gemela. En Seattle. La principal diferencia entre la torre estadounidense y la española radica en la base. Mientras que la torre Rainier crece a partir de un pedestal de 37 metros, la versión madrileña tiene en sus bajos un amplio arco de entrada que soporta toda la fachada.
Esos 157 metros de altura sobre rasante bien le sirven para ser el decimoprimer edificio más alto de España. Durante catorce años –los que transcurrieron desde que fuera construido hasta que se erigiese el Gran Hotel Bali en Benidorm– ocupó el primer lugar. Removiendo, de esta forma, lo que el pormishuevista Erick Harley definió a este medio como el complejo de una ciudad especialmente bajita.