Son numerosos los secretos que esconde la que probablemente sea la calle más icónica de todo Madrid. Con más de 1km de longitud, la Gran Vía ha sido testigo de la evolución de los múltiples edificios que alberga y, con ella, también de una parte importante de la historia colectiva de la ciudad. Además de la del edificio Metrópolis o del edificio Capitol, dos de los más icónicos, una de las más novedosas es la del inmueble que está situado en su número 19.
Más allá de por su estética, cuestionada por muchos por considerar que desentona con el estilo del resto de la calle, el edificio solía pasar desapercibido. No obstante, sus años de anonimato parecen haber llegado a su fin ahora que se ha popularizado en redes sociales el descubrimiento de que esconde otro edificio tras de sí.
La cara oculta del 19 de Gran Vía
Fechado en 1970, funciona actualmente como la sede de los Juzgados de lo Contencioso Administrativo de Madrid, aunque anteriormente acogió la sede del Banco de Crédito Agrícola. Según figura en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Madrid, no cuenta con ningún tipo de protección arquitectónica, lo que contribuyó en gran medida al desconocimiento de su historia.
Fue el urbanista y geógrafo Antonio Giraldo quien, parándose a observarlo, se hizo eco de la curiosidad que hay detrás de este edificio de estética setentera. Tal y como explicó en su cuenta de Twitter (@giraldeo), lo primero que captó su atención fueron los huecos que se perciben en los laterales de la fachada. A este primer indicio se sumó el hecho de que tanto su fachada delantera como la trasera, ambas acristaladas y de diseños muy similares, sobresalen ligeramente hacia delante con respecto a las de los edificios colindantes.
O, ¿por qué tanto la fachada delantera como la trasera están como sobresalidas hacia adelante? ¿por qué no limitarse a hacer una fachada alineada con las de sus dos edificios vecinos? Quizá para crear una sensación a propósito, pero no sé, me parece raro. pic.twitter.com/XYAfkgzxD1
— Antonio Giraldo (@giraldeo) April 22, 2022
La curiosidad que le suscitó condujo al especialista a indagar sobre el pasado del edificio con el objetivo de conocer más datos sobre su construcción. La búsqueda le llevó hasta los Almacenes Rodríguez de López Otero, de los primeros que hubo en Madrid, construidos en 1921 en la misma ubicación. Con un diseño en el que se aprecia una cierta inspiración Art Decó, la joya arquitectónica aparentemente desaparecida constituía indudablemente una opción más acertada que la actual para el entorno de Gran Vía.
Tras recopilar fotografías aéreas de la calle previas a la supuesta fecha de edificación del inmueble que puede verse ahora, Giraldo no encontró ninguna en la que constase ni su construcción ni la demolición de su predecesor. Le llegó entonces el momento de intentar ver más allá de lo que es perceptible a simple vista.
Intenté buscar fotografías de su demolición o de la construcción del actual como por los años 70, según el catastro. Pero no solo no encontré nada, sino que en las fotografías aéreas durante esos años no se aprecian grandes cambios, quizá algo en azoteas pero…RARO. pic.twitter.com/MjAPOB7IeC
— Antonio Giraldo (@giraldeo) April 22, 2022
El ejercicio dio sus frutos y pudo distinguir tras la fachada acristalada ventanas duplicadas y de formas distintas que logró dibujar sobre una fotografía reciente del edificio. Fue al comparar el resultado del boceto con una foto de los Almacenes Rodríguez cuando las piezas del puzle parecieron encajar.
¡Que está detrás! ¡¡¡Que la fachada vieja está detrás!!!
¡Claro! Por eso tiene esas dos franjas en la azotea, caramba porque son las terrazas del edificio original. Y claro, por eso la nueva fachada está sobresalida, ¡porque la vieja continúa en su sitio! pic.twitter.com/WZtrpFiCBu— Antonio Giraldo (@giraldeo) April 22, 2022
El edificio original sigue intacto, pero quedó ocultado por la estructura de vidrio y acero que se incorporó durante la reforma acometida por Francisco Calero Fernández entre 1975 y 1977. Fueron los cambios ejecutados tanto en las fachadas, que quedaron desprovistas de sus elementos ornamentales y tapadas por la cortina de cristal, como en el interior, los que llevaron al cambio de fecha en el catastro. Aunque la posibilidad de que se restaure y regrese a su estado original, aclamada por muchos, es todavía una incógnita, por lo pronto puede tacharse un edificio de la lista de los que en algún momento constituyeron tesoros de la arquitectura madrileña y que fueron destruidos.