«No juzgar un libro por una portada» es una expresión con mayor sentido en su significado metafórico que en su literalidad. Claro que se puede juzgar (o por lo menos prejuzgar) un libro por todo lo que se ve en una cubierta: la autoría o la editorial son factores algo decisivos en la compra de un libro.
Algo similar ocurre con las fachadas, ¿se puede juzgar un edificio por su fachada? Bueno. Se puede porque son patrimonio de la ciudad y porque (salvo que uno lo habite) tenemos restringido el acceso interior. Caminar por Madrid o haber caminado Madrid equivale a sorprenderse delante de tal o cual fachada: equivale a tener una visita y plantarla delante de un edificio y preguntarle que si sabe por qué eso es así. Y eso es más o menos el ejercicio que hemos hecho en este artículo.
1. La casa genital
El urbanismo y la arquitectura rara vez juegan con referencias sexuales, pero cuando ocurre se disparan todas las alarmas. El edificio Montserrat, 12 en Conde Duque, construido en 1912, tiene nada más ni nada menos que seis penes y tres vulvas en su fachada.
Atribuido a Arturo Pérez Merino, quien es un misterio en sí mismo debido a una extraña desaparición, este edificio plantea interrogantes sobre cómo pasó desapercibido para promotores y censores, permaneciendo como un enigma arquitectónico. Y hoy como un raro elemento turístico.
Calle de Montserrat, 12 (Conde Duque)
2. La de los lagartos
El complejo comparativo entre Madrid y Barcelona redunda en dos factores: el primero es el más evidente (la ausencia de playa) y el segundo, la falta de arquitectura modernista. Encontrar edificios modernistas en Madrid es, casi como dicen Camilo y Karol G, parecido a pensar en un color que no existe.
Existen excepciones, claro, y esta es una de ellas. Aunque es una excepción limitada al ojo atento. Hay que alzar la vista y arriesgarse a contraer una tortícolis para contemplar la parte inferior de la cornisa de la fachada: ahí descansan (o trepan) salamandras que parecen gárgolas.
Calle de Mejía Lejerica, 1 (Malasaña)
3. La fachada de Mingote
En la esquina de la plaza de Cristino Martos con la calle duque de Osuna hay un edificio que muchxs ubicarán por ser la casa del Tempo Club, pero levantando la vista hacia sus balcones se encuentra el motivo por el que la incluimos en esta lista: sus dinteles están decorados con personajes dibujados por Mingote. Unos dibujos, por cierto, que en 2007 se incluyeron en el Catálogo de Monumentos y Elementos Urbanos de Madrid.
El artista los plasmó allí en el año 1993 y entre las escenas que representan hay desde situaciones de cotidianas y de fantasía hasta guiños a cuadros como La Venus del Espejo de Velázquez. Una placa da fe de esta intervención y homenajea al artista: «A Don Antonio Mingote, por enseñarnos con humor y amor la vida«.
Calle del duque de Osuna, 8 (Chamberí)
4. Concepción Jerónima, 20
La ternura que despierta un pequeño edificio enclaustrado en entre dos grandes bloques puede deberse a historias clásicas, David contra Goliat, o simplemente a haber crecido viendo Stuart Little. El caso es que esta pequeña tienda con una fachada neoplateresca sobrevive en los alrededores de la plaza Mayor, a pesar de que El País dedicó varios artículos a su desmantelamiento en 1991, aunque ya entonces estaba protegida.
Esta construcción es obra del arquitecto José Urioste Velada, muy prolífico a finales del siglo XIX, autor de notables edificios de Madrid y del pabellón de España en la Exposición Universal del 1900. Desde su inicio esta tienda fue la fábrica de los Mármoles Molina, hasta los años 90, cuando una empresa textil compró el solar y tiró abajo todo, pero acabó restituyendo la curiosa fachada por obligación legal y presión social.
Calle de la Concepción Jerónima, 20 (Centro)
5. Parroquia de Nuestra Señora Flor del Carmelo
Conseguir que un muro parezca blandito es un mérito que se le puede atribuir al arquitecto Miguel Fisac en la Parroquia de Nuestra Señora Flor del Carmelo, inaugurada en el año 1990. Y no solo por lo puramente estético, sino porque esa apariencia acolchada es el resultado de un profundo estudio del material.
El invento, patentado por Fisac, se denomina «hormigón con encofrado flexible» y es un recurso que utilizó en otras obras a lo largo de su vida, como el centro parroquial de Ciempozuelos, su propia casa-estudio o en una vivienda en La Moraleja.
Avenida El Ferrol, 49 (barrio del Pilar)
6. Hotel Mayorazgo
¿Dónde vas con mantón de Manila? Esa la pregunta que todo el mundo se hace al pasar por Gran Vía y ver el casi escondido Hotel Mayorazgo. Este curioso hotel lleva desde 2015 mostrando su carácter castizo al mundo a través de su fachada. En ella, se puede ver un enorme mural de un mantón tradicional bordado con flores doradas y rojas. Una pintura muy española y mucho española que se ha convertido, y con motivo, en su llamativa seña de identidad.
Pero eso no es todo. En su interior, el personal del hotel va vestido con el traje tradicional de chulapo y en las habitaciones, las paredes tienen dibujados monumentos de la capital. Un parque temático de cuatro estrellas que desde su exterior ya deja bien imprenta su personalidad 100% madrileña.
Calle de la Flor Baja, 3 (Centro)
Este artículo ha sido escrito a diez manos por Isabel Nieto , Miguel Sánchez, Esther Álvarez, Alberto del Castillo y Elena Francés