Cuando se trata de feo o bonito, ser categórico es casi absurdo. Pero haciendo referencia a la España Fea de Andrés Rubio, el feísmo es una realidad de la que Madrid no se libra. En especial cuando se trata de lo construido en los últimos años de la dictadura, y primeros de la democracia, cuando la economía empezó a fluir, pero las regulaciones sobre la conservación de edificios o la nula legislación sobre el paisaje en la Constitución dieron manga ancha a constructores y arquitectos para hacer verdaderas atrocidades urbanísticas.
Lo que consideramos bello depende en muchos casos de la época en que vivimos, por ejemplo, Oscar Wilde decía esto sobre el Londres de mediados del siglo XIX: “Cuando vas al trabajo por la mañana, o regresas de él por la tarde, tienes que atravesar calle tras calle de la arquitectura más tonta y estúpida que el mundo ha visto”.
Y es curioso porque ahora veneramos esos edificios que él describe por todo lo contrario. No es de extrañar entonces que mucha de la arquitectura que compone esta lista sea relativamente contemporánea, o como mucho tiene 50 años, y en algunos casos sustituye a edificios que llevaban ahí siglos y que ahora nos gustarían más, simplemente porque el paso del tiempo da valor a la arquitectura.
Jacometrezo, 15
Lo mejor es su ubicación y lo peor, todo lo demás.
El número 15 de la calle Jacometrezo (que abarca también parte de la plaza de Santo Domingo) tiene un súper poder: todo aquel que lo mira frunce el ceño y dice “qué cosa más fea”.
Ahora en serio, ¿qué es esto? ¿Quién ha permitido que esté aquí? ¿Por qué sigue aquí? ¿Dónde están las manifestaciones contra su existencia?
No tenemos respuestas para todas las preguntas, pero sí sabemos que se construyó entre 1976 y 1985, que es obra de Juan Daniel Fullaondo Errazu y José Luis Iñiguez Onzoño Angulo, que lo componen viviendas y oficinas y que es indiscutiblemente horroroso.
El edificio es como una partida perdida en un Tetris tridimensional de principios de siglo XX (por aquello de no tener colores) y tiene un bonus track. Está en la calle Jacometrezo, que es una calle que traduce o se inventa el nombre de un escultor y lapidario italiano: Giacomo da Trezzo.
📍 Calle de Jacometrezo, 15 (centro).
El Centro Gallego de la plaza de Jacinto Benavente
El edificio del Centro Gallego es solo el culmen de una plaza caótica. Cruzar de un lado al otro de ella es simplemente un ejercicio agotador. Para cruzar desde el Teatro Calderón al edificio que nos ocupa tienes que atravesar: dársenas de autobuses, las terrazas que, por supuesto, inundan gran parte de la plaza, la entrada a un aparcamiento subterráneo y el trasiego de turistas absortos (no por la belleza en este caso) que vienen o van a la puerta del Sol. Pero una vez consigues detenerte, esta construcción te roba la poca energía que te quedaba.
Este edificio, del que se sabe poco, se construyó en los años 50 en el solar donde antiguamente estaba la Lonja del Almidón, que se menciona en Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós, y que era uno de los puntos comerciales más importantes de la ciudad hasta mediados de los años 30. Se conoce popularmente como el Centro Gallego, por la publicidad que ocupa su fachada, pero solo tienen la tercera planta. Hay muchas oficinas de organismos privados y públicos, que añaden al trabajo diario la carga de hacerlo en esta amalgama de aires acondicionados.
Como ocurre con muchos edificios, este no era tan feo en origen. Le ha pasado algo muy típico de este país: sus dueños han ido cerrando las terrazas acristaladas que tenía al principio, dejando a un lado la armonía, y haciendo que lo que no fuera bonito entonces ahora sea un espanto.
📍 Calle de Carretas, 14 (centro).
Parroquia de Nuestra Señora del Buen Suceso
Hay lugares de culto que invitan a rezar nada más verlos y la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Suceso es uno de ellos. Su estética es tan cuestionable que dan ganas de gritarle al cielo pidiendo misericordia y justicia divina. No hay derecho que algo tan grande sea tan feo. Porque sí, hay tantos gustos como colores, pero cuesta entender que, si Dios pudo crear la humanidad en seis días y descansar el séptimo, haya equipos enteros de arquitectos, aparejadores y albañiles que tarden meses en levantar semejante cosa.
Habrá criaturas que lo vean y no se espanten tanto, pero son pocas las que no se llevan las manos a la cabeza cuando se enteran que antes de este bloque de cemento había un imponente templo de 1868. Obra de Agustín Ortíz de Villajos, el edificio constaba de grandes y elegantes columnas de inspiración gótica y estaba presidido por una elegante torre. Durante los bombardeos de la Guerra Civil sufrió ciertos daños y fue finalmente demolido en 1975. Ahora, en su lugar, tenemos esta iglesia con pinta de estufa gigante.
📍Calle Princesa, 43 (Argüelles)
Real Oratorio del Caballero de Gracia
En mitad de la Gran Vía irrumpe un arco triunfal que deja ver una cúpula neoclásica generando un contraste inigualable. Esta es la puerta norte del Real Oratorio del Caballero de Gracia, edificio construido en 1786, cuya fachada a la Gran Vía fue remodelada en los años 90. En esta renovación, que debía cortar el ábside, se proyectó el impactante arco y bajo este una forma cilíndrica en la que se dibuja una cruz en hierro forjado, combinando aún más estilos y materiales –porque ¿por qué no?
La dificultad visual de este edificio surge al compararlo con el resto de los de la avenida. Aunque la estética de la Gran Vía no sea uniforme, el collage arquitectónico que supone este oratorio hace inevitable mirar anonadado cuando pasas por su lado.
📍Gran Vía, 17 (Centro)
El edificio Galaxia
El Galaxia, punto de encuentro de los universitarios de la ciudad, también merece una mención en esta lista. El espacio arquitectónico se proyecta como un complejo de viviendas abierto formado por cuatro edificios. El responsable de esta obra del feísmo madrileño fue Antonio Lamela -conocido por ser el arquitecto de lo que algún día fueron las Torres de Colón o el Estadio Santiago Bernabéu.
Las dos plantas del patio interior del Edificio Galaxia, además de estar plagadas de estudiantes borrachos, recuerdan a los espacios comunes de los apartamentos de playa. Así que, si quieres descansar de Madrid y sentirte en Cullera por un momento este es tu sitio. Las rampas en espiral se entrelazan con las escaleras mecánicas, creando un entramado de líneas curvas y diagonales que supone una ecuación difícil de resolver. Por otro lado, la fachada principal anuncia en su cúspide el nombre del edificio, utilizando un grafismo, que al igual que el resto del complejo, nos explica la gloriosa concepción del diseño de los años 70.
📍 Avenida del Arroyo del Santo, 4 (Moncloa)
Tribunal Constitucional de España
Es difícil definir este edificio: para algunas personas tiene forma de flan, para otras de tarta y para los arquitectos que recibieron el encargo en 1973 –Antonio Bonet y Francisco G. Valdés– era, simplemente, «de acusada personalidad». Una definición que, ya de entrada, parece un eufemismo.
A pesar de que la fachada tiene un considerable número de «teclas» (304 para ser exactos), parece que los arquitectos no consiguieron dar con la adecuada a la hora de diseñar el aspecto de su obra. Se construyó originalmente para otros fines (como sede para los colegios profesionales de veterinarios, dentistas y médicos), pero acabó convirtiéndose en sede del Tribunal Constitucional de España.
Aunque no todo es tan terrible: la premisa del encargo era la de conseguir «una silueta tan conocida que sirviera de emblema» y se puede decir que en cierto modo lo consiguieron: la silueta es conocida y se ha convertido en un emblema. Solo que de los edificios más feos de Madrid.
📍 Calle de Domenico Scarlatti, 6 (Vallehermoso)
Hotel Puerta de América
Es bien conocido el dicho «Para gustos, los colores», y en este hotel decidieron, directamente, ponerlos todos. Quizás para gustar a todo el mundo, pero consiguiendo, más bien, el efecto contrario.
Su diseño corrió a cargo de Jean Nouvel, que no contento con desplegar esa paleta cromática sobre la fachada decidió incluir, también, un poema de Paul Éluard sobre la palabra «libertad» en varios idiomas. Suponemos que amparado por una cierta sensación de impunidad que te otorga haber sido reconocido con un premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.
El diseño del hotel al completo conjuga la mirada de 19 estudios de arquitectura, entre los que se encuentra el ganador del Pritzker en 2023: David Chipperfied. Y para ser justos, el interior gana puntos respecto al exterior.
📍 Avenida de América, 41 (Prosperidad)
Este artículo ha sido escrito a diez manos por Isabel Nieto , Javi Bisbal, Miguel Sánchez, Alberto del Castillo y Elena Francés.