Un recetario es, en cierto modo, como un diario. Un documento íntimo que, en última instancia, habla de quien lo escribe: de sus raíces, de herencias familiares, de la tierra y de secretos que se desea guardar y conservar. Por eso tiene sentido que el nuevo restaurante que acaba de abrir en el número 32 de Pintor Rosales tenga como nombre Frida Íntima: es ahí donde se comen los platillos que se comían en casa de la artista mexicana, sacados directamente –o inspirados en– su propio recetario.
Esa circunstancia no podría darse de no ser porque el proyecto cuenta con el respaldo de la Fundación Familia Frida, tras la que se encuentran las descendientes directas de Frida Kahlo: Cristina Kahlo, su hija Isolda, su sobrina nieta Mara Romeo y Mara de Anda, hija de Mara Romeo.
Con la apertura de esta gastro-galería su familia pretende continuar con la labor de mantener, divulgar y reivindicar el legado de la icónica artista, en esta ocasión desde un lugar al que el público –al menos el español– no está tan acostumbrado: desde su faceta más humana y personal, al calor de los fuegos de su cocina y desde la intimidad del que fuera un refugio tan importante para ella como la Casa Roja.
La cocina de la Casa Roja
Aunque quizá no es tan conocida como la famosa Casa Azul, la Casa Roja –ubicada en el barrio de Coyoacán, en el sur de México– fue de vital importancia para Frida: «Le decimos la Casa Roja porque es el corazón de la familia Kahlo«, contaba una de sus herederas en El País México.
«Los sábados, en aquellos años, la familia preparaba quesadillas de huitlacoche o flor de calabaza y se abría el portón», finaliza la pieza. Y el portón de ese refugio se vuelve a abrir años más tarde a más de 9.000 kilómetros de distancia para traer esos platillos hasta Madrid. El chef mexicano Erik Tamayo ha sido el encargado de replicar o reinterpretar las recetas que un día cocinó Frida, quien encontró en la cocina, al igual que en el arte, una forma de expresión.
La selección de platos que probamos durante nuestra visita dejó patente que la de Frida Íntima es una carta tradicional de una calidad muy alta, como demuestran su clemachile (gambas marinadas en lima con un toque de jugo de tomate y apio) y sus sopes de cochinita (para comerlos como en México hay que hacerlo tal cual vienen: sin doblar la tortilla de maíz). «Hay que mancharse las manos», nos dijeron al traerlas a la mesa.
Uno de los más sorprendentes –y contundentes– que comimos fue el taco de suadero con tuétano (solomillo preparado a la mexicana con guacamole y costra de queso). Se presenta el taco y se vacía el contenido del hueso sobre la tortilla en el momento de comerlo. Uno de los puntos fuertes de la carta si lo que gustan son los sabores intensos.
Una galería de arte (gratuita) en el piso de abajo
La extensión de Frida Íntima se reparte entre una terraza con vistas al Parque del Oeste y dos plantas: la superior, a nivel de calle, en la que se encuentran el comedor principal y la barra (es importante mencionar, llegados a este punto, su carta de cócteles de autor) y una planta inferior en la que se puede reservar un espacio para cenas privadas y que alberga una galería de arte totalmente gratuita.
Si bien es cierto que por todo el local se pueden encontrar alusiones a Frida y a su biografía a través de la decoración y la propia vajilla, es en la galería donde se concentra el grueso del homenaje: una serie de fotografías inéditas cedidas por la familia, que visten las paredes de este espacio.
La galería será, también, un espacio que se cederá de forma gratuita a artistas emergentes, bajo el nombre de Nuevos Fridos (como si se tratase de un amadrinamiento a título póstumo, señalan). Esas obras participarán en todos los espacios a nivel internacional avalados por la Fundación Familia Kahlo y, si este proyecto piloto que ha elegido Madrid como centro de pruebas tiene éxito, se podrá ver en otros puntos del globo como México, Tulum, Nueva York y Miami.
📍 Calle de Pintor Rosales, 32
💸 Alrededor de 30€ por persona
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