
Comida a domicilio y comida rápida han sido dos conceptos indisociables durante décadas. En los últimos meses, sin embargo, se ha ido generando una separación, una cierta independencia y el auge de una idea: se puede comer (muy) bien sin necesidad de salir de casa.
Kirikata, con el sello de calidad que garantiza integrar el grupo Arzábal, lleva algunos años triunfando entre paladares japonófilos. Y ya antes de que se desencadenara la pandemia lanzó su apuesta en favor del delivery. En este punto se entiende que en los meses posteriores al confinamiento ya tenían el trabajo hecho. Por eso, el menú que ha preparado para este San Valentín es otra muesca más en su revólver.
El menú (que cuesta 85€ más unos gastos de envío de 5,5€, aunque también se puede recoger en Modesto Lafuente, 61) está claramente pensado para el delivery. Tanto por el lado que le corresponde a la presentación y al envasado (estuches que conservan la posición de las piezas y que facilitan su llegada en un perfecto estado) como en el menú por el que se apuesta. En Kirikata minimizan riesgos: ante la posibilidad de que llegue fría una comida caliente que al ser recalentada pierda matices, prepara un menú frío.
Sin primeros ni segundos y sí con postre, el menú San Valentín de Kirikata es ligero y sorprendente: una ensalada de gambas spicy salteadas (no tan spicy, apenas un matiz picante en la garganta conseguido con un aceite de chiles) y un tartar de salmón (perfectamente pensado para el delivery: con un marinado que no hace que se cocine por el camino y una infinitud de matices).
Por otro lado, estaría la parte preparada por el sushiman que la componen los nigiri de salmón flameado y lima y el nigiri de corvina con aceite de cilantro y mojo verde. Contundentes, equilibrados, armónicos. Y también el uramaki de atún maguro: explosión de umamis. Y el sashimi mixto que se puede ver casi como una declaración de intenciones: este es nuestro producto, y te invitamos a que lo pruebes antes de que lo tratemos junto a ninguna otra cosa. El broche final al menú es un motchi de chocolate sobre una tierra de galleta Lotus.
Hace algún tiempo que pienso en algunos platos como en escalas de grises. A saber: un arroz a la cubana se puede preparar a base de arroz precocinado, tomate frito de bote y salchichas tipo wurstel. O también se puede hacer el arroz por cuenta propia, comprar los tomates y freírlos y usar salchicha de carnicería. Sin abandonar el arroz, algo parecido pasa con el sushi: se puede partir de un arroz genérico de cualquier variedad redonda y un salmón congelado de La Sirena. O se puede hacer como lo hace Kirikata.