La inspiración rara vez se compone de una sola influencia: las cosas nacen porque los humanos imitamos, tomamos referencias y damos forma a lo que creamos. Irine Khundadze y Nutsa Gvelesiani, fundadoras de Munchies by foodgoddes, bebieron de Wes Anderson (la hamburguesería parece el decorado de El Gran Hotel Budapest), pero también de la estética drag queen y del universo Disney.
Es un lugar kitsch, también, y tiene referencias castizas en forma de abanicos y más memorabilia procedente del Rastro. La música, los colores, los uniformes, los muebles o los posters son consecuencia de un tópico: el hambre agudiza el ingenio. Y es que Khundadze y Gvelesiani empezaron en Tbilisi (Georgia) con apenas 1.500€ y un par de años más tarde están en el Barrio de las Letras.
De Tbilisi a Madrid
Pero la historia no empieza en Tbilisi, sino en París, donde vivía Khundadze. Empieza concretamente en su casa: ahí, cuenta a Madrid Secreto, pasó cuatro meses intentando crear la hamburguesa perfecta. La historia es más larga, pero se resume en que su amiga Nutsa también decidió volver a Georgia, montaron un pop up que iba a durar tres meses y se consolidaron como el fenómeno gastronómico de Tbilisi en 2020.
¿El siguiente paso? Volar casi 5.000 kilómetros para abrir una hamburguesería. La decisión de abrir en Madrid la justifica Khundadze por su primo, que vivió en Madrid y le aseguró que los madrileños eran unos amantes de la carne y concretamente de las hamburguesas.
Hamburguesas y perritos calientes
Tardaron ocho meses en elegir el local y abrirlo y en ese momento sumaron en su carta escueta. Nada más sencillo, nada más práctico. La carta de Munchies by foodgoddess tiene una hamburguesa clásica picante, una vegetariana, otra de bacon, otra de trufa y un pack de perritos calientes. El precio del menú (hamburguesa, patata y bebidas) ronda los 15€.
El rosa tiñe las paredes del interior y un cartel de una estética moderadamente madrileña anticipa el nombre: Munchies by foodgoddess. La segunda parte del nombre, por cierto, hace referencia a la cuenta de Instagram que usaba Khundadze para recomendar restaurantes en París. Con un origen basado en Instagram, en la globalización y en la pandemia, es difícil imaginar muchos negocios más contextuales que este que acaba de abrir en la calle Santa María, 39.