El sol se pone por el Oeste y los domingos hay Rastro en Madrid. Hay pocas verdades universales relativas a esta ciudad, pero la existencia y permanencia del Rastro es –excepto por lo acaecido durante la pandemia– una de ellas.
Alejandra Seijas lo sabe bien no solo por ir cada domingo, sino también (o, sobre todo) por registrar y publicar píldoras de la esencia del Rastro: “Yo no voy viendo objetos: yo voy a pasear (aunque compro mucha ropa) y a observar a la gente y el ambiente. Me gustan los puestos y la estética más que ponerme a mirar”, dice Seijas, que tiene una cuenta de Instagram llamada Todo Rastro y dedicada en exclusiva al mercadillo más famoso de España.
El Rastro en color sepia
Cuenta el helenista Pedro Olalla que hay dos formas de crear palabras: a través de onomatopeyas o a través de metáforas. El origen del nombre del Rastro alude, en palabras de la web del Ayuntamiento de Madrid, a una versión de la segunda opción: “rastro de sangre que dejaban las reses cuando se sacrificaban y se traían desde el matadero”.
La historia no tiene nada que ver con la actualidad, pero el pasado reciente apunta a otro tipo de presencia animal. La calle Fray Ceferino González es una hebilla que abrocha Embajadores y Ribera de Curtidores, pero Seijas no se refiere a esta calle por ese nombre. Ella le llama la calle de los animales.
Recuerda comprar con 13 años la perra que tuvo durante quince y recuerda que en esa calle vendieran canarios, gatos, perros, tortugas o gusanos de seda. Al respecto, Seijas dice que “ahora está prohibido vender animales en el Rastro y me parece genial”.
El Rastro de ayer y el de hoy
El Rastro, que Seijas define como un modo de vida, también evoluciona. “Como todo”, y añade: “yo voy a las 9AM y ves a gente mayor, gente típica del Rastro, gente con mucha paciencia que se queda observando las cosas pequeñas”. También hay otras cosas que se siguen haciendo igual que cuando era pequeña como la idea de regatear.
Otra cosa que se mantiene inamovible es el de las caras comunes, los rostros que se repiten. El Rastro tiene algo de venerable. Veo a un conocido en una publicación, le pregunto al respecto y dice: “es muy asiduo al Rastro: hay mucha gente que va cada domingo y nos hacemos amigos”.
Seijas lo define de otra forma, casi inconcebible para cualquier espacio de Madrid que no sea una colonia: “Es como un pueblo pequeño”.
La cuenta de Instagram
Alejandra Seijas es fotógrafa de profesión y con su cuenta de Instagram unió dos obsesiones en una misma ventana. Todo Rastro aglutina en forma y en contenido dos de las cosas que más le gustan a Seija. Del Rastro, concretamente lo que más le gustan son las almonedas y de ellas las que venden libros, ropa u objetos.
Seijas recuerda ir al Rastro con su padre desde que es pequeña y dice hacer fotos desde hace seis años. En los últimos meses ha empezado también a grabar vídeos a los parroquianos. A esa saga de vídeos le llama #ChicosMajos.
El motivo del nombre, dice ella, es una forma de agradecimiento por prestar su tiempo e imagen. Otra lectura es que es un homenaje a Madrid. Recuerda el periodista Victor de la Serna una teoría del cronista de la Villa Pedro de Répide: que la etimología de la palabra majo radica en las fiestas de mayo.