Crujientes, jugosas por dentro y con el toque justo de picante, las patatas bravas en Madrid son una de las tapas típicas imprescindibles.
Aunque el origen de esta tapa tan sencilla y exitosa no está muy claro, se sabe que es relativamente joven, de en torno a 1960. En bares ya desaparecidos, como Casa Pellico y La Casona, se popularizaron las patatas fritas con salsa picante, que hoy conocemos como bravas.
1. Docamar
Para hablar de las patatas bravas en Madrid hay que empezar por Docamar. Desde 1963 este local regenta el título popular de tener las mejores patatas bravas de Madrid.
Las claves son las patatas recién hechas y el secreto no revelado de su salsa, pero que te puedes llevar a casa porque la venden aparte. No hay una guía clara sobre lo que debería llevar exactamente, pero hay algo claro, debe tener un pequeño toque picante para hacer honor a su nombre.
Ración 5,30 €
Calle de Alcalá, 337
2. Taberna y media
Taberna & Media está en ese selecto club en el que oficialmente pueden decir que tienen unas de las mejores bravas de España. En 2020 el I Campeonato Mundial de Patatas Bravas les otorgó el primer premio y desde entonces su fama no ha cesado.
Las bravas de Taberna & Media destacan porque son cremosas por dentro, crujientes por fuera y por su salsa, que es una derivación del mojo picón. Ambas salsas suelen tener el pimentón picante como ingrediente común, aunque se diferencian bastante en el uso del ajo —en principio, la salsa madrileña no lo lleva, frente a la canaria en la que es abundante—.
Ración 11, 50 €
Calle de Lope de Rueda, 30
3. Maison Mélie
Detrás de la idea de estas patatas bravas con forma de caramelo está el chef Iñaki Rodaballo, líder del restaurante madrileño Maison Mélie. Alejadas de la clásica tapa de taberna sin pretensiones, esta versión está hecha a base de una capa crujiente, núcleo de salsa brava y puré de patata. La original propuesta de patatas bravas hizo que ganaran el II Concurso Internacional de Patatas Bravas 2021 «Una de Bravas» de Palencia.
Ración 12 €
Calle de Génova, 11
4. Bar Hermanos Guío – El Museo de las Patatas
En El Museo de las Patatas no engañan, saben hacer las patatas y jugar con salsas tan icónicas como la brava. Este bar del distrito de Arganzuela es conocido por sus patatas Amorosas, en el que la salsa alioli y la brava comparten plato, una unión más que necesaria. A veces no hace falta comparar, ni competir, sino unirse, y este es un claro caso de éxito. También son dignas de mención tanto sus patatas bravas por separado, como las revolconas.
Ración 4,5 €
Calle del Ferrocarril, 21
5. Las Bravas
Los espejos cóncavos y convexos de Las Bravas aparecen en la novela Luces de Bohemia de Valle-Inclán, aunque por entonces este bar no se conocía con ese nombre —ni existían como tal las patatas bravas—, pero su nombre es casi tan mítico como el pasaje en el que se ubican. Nombre que tienen registrado desde los años 60. Tomarte unas patatas bravas aquí es necesario para conocer algo de la esencia de la ciudad, que languidece entre tanto turismo de la zona de Sol.
Ración 4,85 €
Pasaje de Mathéu, 5
6. Café Comercial
Patatas bravas con alioli de madroño, ¿se puede ser más castizo? En el Café Comercial han hecho con las bravas lo mismo que con su local, han mantenido el nombre y algo de la idea original, pero lo han llevado al siglo XXI. A diferencia de las otras, esta no es una salsa ligera, es contundente, sabrosa y con algo de grumo. De nuevo, la libertad de las bravas permite variaciones casi imposibles, como con este fruto dulce y que es algo desconocido para los de aquí y los de fuera, pero que su nombre resuena por la icónica estatua del oso y el madroño de la Puerta del Sol.
Ración 12,5 €
Glorieta de Bilbao, 7
7. Cervecería Alonso
Cervecería Alonso es un bar de Prosperidad que es conocido por sus bravas, aunque también destacan por sus callos y torreznos. Es difícil mejorar una oferta de tapas cuando haces bien estos tres clásicos. Este es uno de esos lugares que, sin marketing ni pompa, ha conseguido destacar gracias al boca a boca popular.
Ración 6,5 €
Calle de Gabriel Lobo, 18
Esta es una tapa que vive en los barrios y de la tradición —y algo de secretismo— de generación en generación. Las patatas bravas en Madrid conviven en ese limbo de perpetuo éxito junto con el bocata de calamares y los callos. Las décadas pasan, los barrios cambian y los turistas van y vienen, mientras los madrileños siguen de terraceo tomando lo de siempre.