En las puertas de un edificio sobrio de estilo mudéjar de los alrededores del Panteón de los Hombres Ilustres suele haber un pequeño grupo de gente que varía cada mañana. Esperan a que un guía abra una puerta para empezar el recorrido por la Real Fábrica de Tapices. Esta fábrica preindustrial que ha mantenido su cometido desde el siglo XVIII —lo que la hace no solo única en España, sino también una de las pocas que se conservan a nivel europeo— solo se visita durante las horas en las que se teje, en grupos reducidos y con cita previa.
Parece que se ha despertado el interés por esta institución, que es casi un milagro que haya sobrevivido hasta ahora. Aunque la Manufacture des Gobelins, a las afueras de París, también produce tapices, la de Madrid es la única de Europa en la que, además de crearlos desde cero, tiene la capacidad de reparar y limpiar tapices y alfombras con siglos de historia. Uno de los encargos más notorios de los últimos años ha sido el de reproducir 32 tapices que se destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial en el Palacio de Dresden (Alemania). Para hacerse a la idea de lo laborioso que es llevar esto a cabo solo hace falta saber un dato: para realizar un solo tapiz, una tejedora —son en su mayoría mujeres— suele tardar entre 6 o 12 meses, dependiendo del tamaño.
Aunque decir que aquí se ha detenido el tiempo es una obviedad, lo cierto es que las mismas máquinas y técnicas que se usaban hace más de tres siglos siguen en pleno siglo XXI ayudando a los maestros del textil que tejen ahora los nuevos proyectos. Los encargos no han parado ni variado en exceso en sus más de 302 años de funcionamiento. “Actualmente, se está tejiendo la alfombra que irá en al altar de la catedral de la Almudena” explica a Madrid Secreto María Eugenia Ramiro, responsable de comunicación, en la visita, mientras las tejedoras repiten los nudos españoles que conforman la pieza.
Pero no son solo instituciones las que demandan piezas para decorar suelos y paredes, de hecho, cualquier cliente podría encargar una reproducción de un cartón (así es como se denomina el dibujo base desde el que se lleva a cabo el tapiz) de por ejemplo Goya. El pintor realizó una serie completa para esta Real Fábrica cuando su sede estaba en la calle Santa Engracia. Se trasladó a su actual ubicación en 1882, tras las quejas de los vecinos que llevaban conviviendo con la fábrica desde 1721, pero el crecimiento de Madrid hacía irremediable el cambio.
El futuro de la Real Fábrica de Tapices
María Eugenia Ramiro comenta mientras paseamos por los jardines del interior del edificio que han recibido también un gran encargo de un actor Hollywood del que no puede desvelar su nombre, y no es de extrañar teniendo en cuenta que han colaborado con el interiorista estadounidense Michael S. Smith, decorador de la Casa Blanca. La fábrica está viviendo un nuevo esplendor como fundación. Ahora está bajo el amparo de un patronato compuesto por las administraciones públicas y una serie de patronos individuales, superando así el bache económico por el que estuvo a borde del cierre en 1996.
En esta nueva etapa no solo continúan preservando un legado cultural exquisito, sino que han sabido adaptarse e innovar desde dos puntos: el creativo y el técnico. A su valiosísima lista de artistas que han colaborado con la institución a lo largo de la historia, como el ya mencionado Goya o Juan Gris, se han sumado artistas contemporáneos tan ligados a Madrid como Guillermo Pérez Villalta o Alberto Corazón.
Han dado un salto tecnológico que en parte es lo que les ha hecho distinguirse frente a otras fábricas europeas. El ejemplo más claro es la creación de una máquina específica y única que han desarrollado con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para la limpieza de tapices antiguos. Esta estrategia hace que esto no solo sea un archivo viviente de la historia del país, sino una oportunidad para preservar y asegurar el futuro de la artesanía, que se presenta como el nuevo lujo.