Samantha Hudson (León, 1999) es todo lo que se supone que una no debería ser: descarada, segura de sí misma, sin pelos en la lengua. Muy libre. Y también, desde hace apenas unos días, la flamante ganadora del MTV EMA a la Mejor Artista Española 2023 –categoría en la que estaba nominada junto a lxs artistas Quevedo, Lola Índigo, Álvaro de Luna y Abraham Mateo–.
Nos citamos con ella en su restaurante favorito de Madrid, Romero Verde –un coqueto bar restorán vegano de Chamberí «al que viene todo el rato»–, después de recibir el premio: «Me parece coherente que lo haya ganado, porque el síndrome de la impostora para quien lo quiera, yo de esas cosas no tengo. Pero era complicado: no dejo de ser una chica que viene del underground y que está en un sello discográfico independiente. Pero bueno, yo siempre le he ido comiendo la tostada al mainstream, así que watch out«.
La artista se encuentra actualmente inmersa en la gira y promoción de su EP AOVE Black Label, que la llevará a La Riviera («mi primera Riviera», matizaba ilusionada) este sábado, 18 de noviembre: «Es muy electrónico, muy de bailar… He dejado un poco atrás esa tendencia tan explícita a reivindicaciones sociales en las letras por un punto en el que estoy muy enamoradiza: salgo con chicos, les escribo canciones… Ya sabes, cantautora. Pero aunque no verbalice todas esas cuestiones de una manera literal no dejo de ser una artista no binaria«.
Y añade: «Por mucho que la gente intente plantearlo como una opción yo no puedo desprenderme de mi identidad de género, ni de mi orientación sexual, ni de todo el bagaje que llevo por pertenecer al colectivo de las siglas. Soy Samantha Hudson y eso ya creo que es un statement, haga una música de chicas bailongas o haga un himno obrero«.
Una Samantha ravera, makinera y megadisfrutona
Musicalmente, Samantha sitúa este trabajo en su trayectoria como «un punch extra, un upgrade al menos en la producción musical y en la puesta en escena, porque mi música es lo más pero yo soy un animal escénico». La de este EP, asegura, es una Samantha «ravera, makinera y megadisfrutona».
Preguntada por los cambios que ha notado en la percepción de su trabajo a lo largo de los años, responde: «A mí me da bastante igual, yo siempre he sabido que soy una superestrella. Lo único que ha cambiado es que quizás una gran parte del público también se ha dado cuenta«. Una seguridad que, en según qué casos, se suele penalizar y leer como soberbia o prepotencia.
Por eso, a pesar de su discurso, le pregunto si en algún momento una vocecita de fondo le ha hecho pensar que quizá no era tan buena, que no se lo merecía: «Sí. Yo creo que no tengo ego, tengo autoestima. Confío en mí misma. Y cuando hablo de que me respeto en todas mis facetas también respeto mi inseguridad y respeto mis dudas. Claro que piensas que a lo mejor no eres tan buena, ¿pero de verdad sería tan terrible no ser la mejor? ¿Sería tan horrible si no somos la mejor versión de nosotras mismas?«.
Y como tantos vídeos de mujeres en TikTok animando a otras con síndrome de la impostora desde sus For You Page (FYP), concluye: «Anda que no hay hombres mediocres haciendo lo mismo una y otra vez, el mismo prototipo de haragán y gandul con absolutamente cero talento objetivo y están ahí y nadie les cuestiona. ¿Encima tengo que estar yo misma pendiente y juzgándome? No, amor, yo no he venido a jugar a ese juego».
El juego que Samantha Hudson ha venido a jugar, como decíamos, llevará su música el 18 de noviembre a La Riviera (¿deberíamos rebautizarla para la ocasión como La Raviera?) y lo que nos aventuramos a pronosticar es que esta vez, cuando vaya a bailar, no se quedará sola.