Puedes inventarte una buena excusa para no ir o puedes agarrar el toro por los cuernos. Si optas por lo segundo, échale un ojo a esta guía.
La cena de Navidad es uno de retos con los que el Universo nos pone a prueba, uno de esos rituales de los que sales más fuerte, mejor persona. Pero lo difícil es llegar hasta el final. Por eso te proponemos esta pequeña guía para ayudarte a sobrevivir a lo mismo de todos los años.
En esta ocasión nosotros hemos apostado por esa maravillosa figura familiar que es el cuñado, que con motivo o sin él se ha ganado representar lo más rancio de este país. Pero donde dice «cuñado» puede leerse «el primo con el que nunca hablas» o «la tía de Albacete que no sabías que existía».
No te vamos a engañar, no tenemos la solución, pero al menos irás un poco mejor preparado. Y que conste que no somos partidarios de evitar el enfrentamiento, sino todo lo contrario: ¿qué sería de una cena de Navidad sin una buena gresca?
«Es imposible andar por el centro»
Al parecer esta Navidad hay mucha gente por el centro Madrid. El año pasado no, claro.
«¿Y la cola del Primark? ¿Qué me dices?»
No seremos nosotros quien le quite la razón, pero cuando esto lo dice alguien que ha hecho cola para ver a Daddy Yankee, pierde mucha credibilidad.
«Callaos, que empieza el mensaje del Rey»
Cuando te diga que este año tienes ganas de ver qué dice el Rey en su discurso Navidad, dile que para ti solo hay un rey y un discurso, este:
«Si te gusta el café bueno, bueno, bueno, tiene que gustarte el torrefacto»
Algo tan malo como el torrefacto se convierte en una delicia cuando repites lo bueno que es tres veces seguidas. Hasta aquí todo claro. Ahora ya depende de ti cuánto quieres entrar al trapo de la conversación. Una buena forma de empezar a hablar de café de calidad en Madrid es esta.
«Yo uso Cabify solo por joder a los taxistas»
Por si no lo sabías, todos los hombres y mujeres que conducen un taxi en Madrid son iguales: escuchan la Cope, usan los intermitentes 13 veces por trimestre y todos sin excepción se creen reyes y reinas de la carretera. Por eso es normal que tu cuñado, patrón de las causas justas, prefiera usar Cabify, que le dan agua, porque nunca se sabe dónde te puede coger una buena deshidratación.
«Lavapiés es peligroso»
Digamos que no es como irte de cañas por Mosul, pero esta es una de esas batallas perdidas de la cena. Siempre puedes intentar ganártelo con estos planazos del que posiblemente sea el mejor (no)barrio de Madrid.
«Me parecen muy bien que los del Metro hagan huelga pero ¿por qué me tienen que joder a mí?»
Aquel famoso complot de los trabajadores del Metro para fastidiar a los demás. Como este vigilante del suburbano en huelga de hambre para boicotear a Mercadona.
«En realidad Jesús no nació el 25»
Tu cuñado no estuvo allí, pero sería capaz de relatarlo como si fuera el quinto evangelista.
«Tal y como está el alquiler en Madrid, estás tirando el dinero»
Puedes intentar hacerle entender ese nuevo fenómeno del mundo moderno llamado precariedad laboral y que si mañana te quedas en la calle la hipoteca no te van a dejar pagarla con monedas de chocolate.
«Aunque peatonalicen la Gran Vía, los coches no van a desaparecer»
No sabías que tu cuñado también sabía de desarrollo urbano, aunque lo sospechabas. Quizá esta prueba de lo bien que se respira por el Madrid le haga cambiar de opinión.
Así que, como dice el viejo proverbio, si no puedes vencerle, al menos discute y el tiempo pasará más rápido.