Viva Burger es un vecino eterno de La Latina. Hace mucho tiempo que su colorida terraza descansa en el mismo lugar privilegiado de la plaza de la Paja, en el extremo opuesto al jardín del Príncipe de Anglona. Este restaurante vegano y sus alrededores tienen el mismo estatus mítico: todo este conjunto es, a su manera, historia de Madrid.
Como todas las buenas historias, la de Viva Burger tiene un comienzo emocionante, idas y venidas, bajones y subidones. Tras largos años de trote, todavía hoy el refugio vegano de toda la vida atraviesa una continua reinvención que despierta curiosidad tanto en quienes aún no lo conocen como en las amistades que se labró en sus primeros días.
Todo empezó en un restaurante clandestino
Mada Madariaga dejó de comer carne a los 20 años, cuando vegetarianismo era una palabra desconocida que la gente asociaba a masticar alpiste y hojas de lechuga. La gurú vegana, madre de Viva Burger, comenzó su andadura culinaria con la apertura de un restaurante clandestino en la terraza de su casa. Por aquel entonces solo había otros cinco restaurantes vegetarianos en Madrid.
Tiempo más tarde inauguró su primer restaurante «oficial»: la Isla del Tesoro. Mada pasó por Ibiza y Brasil e incorporó la música, la alegría y los colores encontrados en sus viajes a un nuevo proyecto: Viva la vida, un buffet y mercado ecológico que terminó transformándose en una hamburguesería sin carne alternativa a las hamburgueserías gourmet que se pusieron de moda en la década de 2010.
A base de reinventarse, el sueño de Mada se ha mantenido a flote. La pandemia llegó justo en el mejor momento de Viva Burger, que ha aguantado estoicamente el impacto del confinamiento y las restricciones a la hostelería. Pero el restaurante sigue en pie, apoyado en una carta de largo recorrido a la que nunca le faltan novedades.
Comida vegana apta para no veganos
Dos ejes sostienen la cocina de Viva Burger: creatividad y sostenibilidad. Mada no mira por encima del hombro a los consumidores de carne ni sermonea a nadie para que abrace el veganismo. Su puerta está abierta a veggies y a escépticos. Al corazón se llega a través del estómago, y por eso el menú de Viva Burger ofrece opciones saludables de altísima calidad desde La Latina.
En la cocina de Viva Burger la «carne» se elabora a diario con verduras frescas e ingredientes seleccionados con ingenio (avena para cohesionar, manzana y cacahuete para lograr una textura memorable). El pan se hornea todos los días en un obrador del barrio. Todo queda en casa.
Los últimos lanzamientos del restaurante hacen rugir el estómago con solo leerlos en la carta: la Bombay (setas a la plancha y chutney de piña al garam masala), la última creación, convive en armonía con las estrellas de la casa: otras siete hamburguesas cuya originalidad y sabor las hacen inolvidables. Tampoco es fácil desengancharse de sus wraps ni desoír la llamada de entrantes clásicos, como unas croquetas inigualables.
Nunca es pronto ni tarde para sentarse en la terraza de Viva Burger. Pasar un rato en un lugar con tanta historia sabe incluso mejor con una hamburguesa casera delante.
Costanilla de San Andrés, 16.
Alrededor de 20€ por persona.
Más información en su página web y su Instagram.
Fotos: Viva Burger