Más de 10.000 kilómetros separan Argentina de España. Esa distancia es la que recorrió Agustina para venir a Madrid desde La Plata hace ahora 13 años y, tiempo más tarde, la que también recorrió Imanol desde Rosario. Una vez situados en el mismo punto del mapa –concretamente en Toma Café, donde se conocieron por mediación de una amiga común–, el gusto de ambos por el café de especialidad hizo el resto.
El resultado del encuentro entre estos dos argentinos en Madrid –hoy socios y amigos– se acaba de materializar en Caferama, una nueva cafetería de especialidad que ha abierto hace apenas dos semanas en Argüelles, a la altura de la calle Rodríguez San Pedro, 37.
«Nos dimos cuenta de que acá lo que había era el típico bar tradicional de Madrid, de barra y tapas, y de que le faltaba algo como esto», relata Imanol. «Queríamos traer esa cultura del café de especialidad tan extendida en Malasaña y Lavapiés a esta zona, donde hay gente grande [mayor] pero también mucha gente joven, universitarios, que tienen bastante cultura del café de especialidad».
«Queríamos hacer algo bien, algo rico», continúa Agustina. «Es una formación constante sobre aromas, gustos y profundizar todos los días en algo nuevo. Empezás a probarlos y a saber sobre extracción y ratios para conseguir lo que queremos, que es un buen café«, apunta.
La carta
Como un guiño a sus inicios –pero sobre todo como una apuesta por ese café de calidad–, el suyo se lo compran a Toma Café y lo muelen en la cafetería, donde ofrecen la posibilidad de que te lo puedas llevar a casa en grano o molido por ellos.
Agustina es pastelera, por lo que la repostería de Caferama es casera y artesanal, «excepto los cruasanes», matiza, que los compran en pastelerías del barrio. Además de los bizcochos o tartas también hay acompañamientos salados, como montaditos o tortilla, que preparan los sábados.
Junto a la oferta de cafés –expreso, americano, flat white, cold brew…–, también cuentan con variedad de tés –procedentes de la cercana La Chaiteca–, vinos naturales tanto blancos como tintos, kombucha o cerveza, buscando que su origen sea lo más orgánico y ecológico posible.
Como homenaje a sus orígenes, la carta de bebidas incluye lo que en Argentina se denomina ‘submarino’, una bebida tradicional popular también en Uruguay a base de leche muy caliente. En ella se sumerge una barra de chocolate que se sirve aparte –el submarino propiamente dicho– y se remueve hasta que se deshace y se convierte en un chocolate caliente, dejando en el fondo un poso de chocolate derretido.
El espacio
En Caferama no solo quieren ser un lugar de referencia donde tomar café, sino un espacio en el que desconectar y compartir: «Queremos que vos disfrutés del momento de sentarte a tomar un café, que sea un rato ameno con música, con libros…», dice Imanol.
La mención a esto último no es casual, y es que los que se encuentran en las estanterías a los pies de las mesas no solo cumplen una función decorativa, sino que son el resultado de otro de los pilares sobre los que se asientan: tejer redes con otros negocios locales del barrio. «Los libros que tenemos ahora mismo vienen de donaciones o aportes y otros los hemos puesto nosotros de nuestras bibliotecas personales«, explica Agustina. «Además, estamos hablando con la librería Rafael Alberti y nos van a traer libros a la cafetería».
Al ser recién llegados conjugan mucho en futuro, un tiempo para el que tienen planeado incorporar novedades literarias en colaboración con librerías del barrio como la mencionada Alberti, además de actividades como cuentacuentos o tertulias y «otras ideas que queremos ir desarrollando», comentan mirando el espacio con gradas de madera donde tendrán lugar esas reuniones.