Es tan difícil imaginar otro sitio parecido que a las cárcavas del Pontón de la Oliva se le caen las comparaciones, las metáforas y toda suerte de evocaciones. Son como estalagmitas gigantes, como rascacielos naturales a escala 1:4, como laberintos creados por la naturaleza o sencillamente como la tierra por la que andaba Matt Damon en su solitaria película.
Las cárcavas en un sentido más pragmático tienen una definición más sencilla: es un espectáculo de la naturaleza creado mediante la erosión del viento y de la lluvia. El resultado es el que se ve en las fotos y el que cada fin de semana junta a decenas –últimamente varias decenas– de domingueros que se asombran ante un paisaje singular casi como el de un desierto.
Dónde están las cárcavas
Las cárcavas se ubican en la intersección entre Madrid y Guadalajara. Si hubiese otra provincia que colindara con ambas zonas sería como el típico punto de encuentro entre estados de USA. Pero como el mapa político no ha querido que así fuera, pues no es así.
Esta especie de Médula leonesa también tiene ecos con otro lugar ubicado a apenas un centenar de kilómetros de Madrid: las barrancas de Burujón, de las que te hablamos en este artículo. Otro sitio que queda a menos kilómetros y del que también te hablamos en este otro artículo es Patones de Arriba, que sumado a la visita a las cárcavas puede convertir una escapada a la Sierra de Ayllón en un auténtico plan.
No obstante, ya aprendimos en L’Haine que lo importante no es la caída sino el aterrizaje y la visita a las cárcavas también lo prueba. Un paseo de una hora aproximada de duración –aunque según Wikilok, web de referencia en senderismo, tienes dos opciones: una larga y otra más corta– es el precio que hay que pagar para llegar hasta las cárcavas.
Por cierto, aviso a andantes: hay una pendiente moderadamente elevada en el camino hasta los mejores puntos para contemplar las cárcavas.
Cómo llegar a las Cárcavas del Pontón de la Oliva
Las cárcavas como tal no tienen una zona de aparcamiento que faciliten la vida del paseante más apático, sino que, como hemos dicho, estamos ante un emblema natural que requiere una dosis de esfuerzo en forma de caminata para llegar hasta ella. La caminata empieza en la presa del Pontón de Oliva –por cierto, la más antigua de la región–, donde hay una zona de parking.
Se puede llegar desde Madrid, tomando la A1 hasta Venturada y ahí un desvío a Torrelaguna hasta el aparcamiento de la presa. Los fines de semana y los festivos está considerablemente lleno –que no masificado– y los parkings se llenan pronto.