Primero fue un canal de YouTube que deliberadamente usó un nombre hortera, luego un par de vídeos que le funcionaron en TikTok y después un restaurante en Vallecas. Todo esto en apenas un año. El proceso de Cocituber hasta abrir un bar es extraño, atípico e incluso cómico –lo cual es lógico porque antes de hacer vídeos visitando restaurantes, Cocituber era monologuista.
Ese feísmo en el que Alfonso Ortega se inspiró para elegir el nombre también atraviesa las puertas de Los Clásicos de Cocituber y es lo primero que nos dice cuando nos ve: “¿Qué os parece? Es hortera, ¿eh?” Y paralelamente hace un recorrido visual por el restaurante: cartelas de películas puestos en marcos ribeteados, televisiones pintadas en la pared sobre las que se ven las imágenes de unos proyectores o cuentos infantiles sirviendo como carta del restaurante.
Todo está pensado en función de un pronóstico o sueño o reto que le dijo a su cámara hace apenas tres meses: “Si abro un bar lo reviento”. Y en la semana exacta que lleva abierto no se puede decir lo contrario. En dos días ya había cerrado casi todas las cenas hasta noviembre.
Qué se come en Los Clásicos de Cocituber
“La gente viene por verme a mí”, dice Cocituber, que ha hecho una carta inspirada en lo que le gusta. Y añade: “Madrid tiene un problema gordo: te encuentras cartas de 100 platos en las que apenas un 20% de lo que tienen está rico y a mí me gustan las cartas con cinco cosas y que las cinco estén buenas”.
A Alfonso Ortega no solo le gustan las cartas cortas, sino también lo que él define como “baretos de barrio”. Al ser preguntado por sus bares favoritos de Madrid lo tiene claro: “Me gusta comerme unas bravas en la Peña Soriana, una oreja en el Bar Gredos. Me gusta Ávila, yo soy de Ávila y me gusta irme de tapas”.
Con esas referencias y unas preferencias muy claras, la apuesta de Los Clásicos de Cocituber no podía ser otra que la comida tradicional española: croquetas (particularmente especiales las de gambas al ajillo y las de rabo de toro), huevos rotos (con los mismos huevos que los de Lucio, dice Ortega), oreja a la plancha y un par de cosas más.
De Instagram al bar
El ascenso de Cocituber ha sido vertiginoso. Antes trabajaba en una empresa que daba cursos de formación para el estado (“un coñazo”, dice Alfonso) y ahora ha dejado su trabajo por hacer vídeos. Y también para abrir un bar: “vivía mejor antes de esto”, dice entre risas.
Cuando nos encontramos con él, Cocituber viene de grabar en una hamburguesería y al preguntarle por su rol en Los Clásicos de Cocituber dice: “Mi rol aquí es controlarlo todo: que hagan la comida que yo quiero y crear una marca de bar. Vengo aquí a saludar. Voy a intentar delegar, delegar y delegar. Creo que lo va a petar bastante”.
Mientras hablamos con Alfonso, la conversación se interrumpe a ratos: los clientes que ya se van del bar pasan, le tocan con el dedo en la espalda o directamente le palmean el hombro. Todos parecen conocerle y sin embargo no es así: “Yo soy un tío majo y hablo con todo el mundo. La gente tiene la sensación de que me conoce o de que soy su amigo”.
Camino de la Suerte, 42 (Vallecas)
Entre 15 y 25€ por persona
Más información en su web.