La fisionomía de Madrid está en constante transformación: trabajos como los de remodelación de plaza de España, Madrid Nuevo Norte o Madrid Nuevo Sur son algunos de los proyectos que en los próximos años marcarán –y marcan– el desarrollo y la visión urbanística de la capital. A todos ellos se suma ahora una construcción que conecta Valdebebas con la T4 del aeropuerto de Barajas.
Esa es la función del bautizado como Puente de la Concordia, un proyecto que acaba de finalizar a manos del arquitecto Lorenzo Fernández-Ordóñez, uno de los responsables de la remodelación de plaza de España. Las obras, que ha visitado esta mañana Paloma García Romero, la delegada de Obras y Equipamientos del Ayuntamiento, ya han finalizado y se abrirá a la circulación de vehículos con dos carriles por sentido en las próximas semanas.
El proyecto es también, de manera figurada, un puente con el tiempo: la Junta de Valdebebas lo sacó a concurso público hace ahora 15 años, con el requisito de que «fuera un puente icónico, que tuviera una imagen singular», detalla el arquitecto en declaraciones a 20 minutos. En 2007 se resolvió pero la crisis de 2008 lo paralizó todo: no fue hasta hace tres años cuando la Junta de Compensación de Valdebebas recuperó el proyecto.
Un puente que aspira a convertirse en símbolo
De la misma manera en que la nueva plaza de España, inaugurada el pasado 22 de noviembre, se concibió como uno de los nuevos símbolos de la ciudad, Fernández-Ordóñez aspira a que este puente trascienda su plano puramente funcional y se convierta en un símbolo de llegada a Madrid: «Va a ser el primer gran elemento reconocible. Va a dar la sensación de ‘He llegado a casa’, ‘Ya estoy en Madrid’. No aspira a ser la Torre Eiffel, pero sí una puerta alegre que da la bienvenida», explica al citado medio.
Según detalla el arquitecto en este artículo de Belén Sarrià en 20 minutos, la singularidad de esta construcción reside en la utilización de una serie de mallas en lugar de cables para unir el arco con el tablero.
Por otro lado, su artífice señala que el diseño del puente hace referencia al de la cubierta de la T4: mediante patrones geométricos que se repiten y un juego de ritmos pretende ser una estructura «que da sensación de flotar, como un avión». Además, ofrece una doble visión: para quienes lo cruzan por arriba es una nueva entrada a la T4, mientras que para quienes pasen por debajo «será como como un gran arco de bienvenida».