Ciento veinte años no eran suficientes para el Barbieri. Bien lo sabe Erato, la musa de la poesía y la lírica que lleva observando desde 1902 todo lo que ocurre en el local desde uno de los espejos del café: de las aventuras amorosas de Alfonso XIII o las tertulias a las visitas de García Lorca o el rodaje de la película El Sur (1983) de Víctor Erice.
En mayo de 2021 se conocía la noticia de que el anterior propietario se veía obligado a cerrar por las deudas contraídas a causa de la pandemia, pero ha resultado ser un cierre temporal: en nuevas manos y nueve meses después, el Barbieri (calle del Ave María, 45) vuelve a la actividad. Un lapso de tiempo que, para quien ha visto y vivido tanto como este centenario local de Lavapiés, es solo un parpadeo.
En octubre del año pasado lo adquirió su actual propietario, Paul T., una inicial tras la que se esconde el apellido Torriglia de Altolaguirre. Abrió hace hoy tres días para ir adquiriendo rodaje –un regreso algo empañado por las obras de la calle y el andamio que oculta su mítica fachada–, pero Paul prevé abrir oficialmente la semana que viene.
«La inauguración top será cuando retiren el andamio. Tengo muchas ganas de abrir y de dar lo mejor que podamos a este barrio y a Madrid. Es una joya», cuenta desde la terraza situada a la entrada, donde nos detalla cómo va a ser esa segunda vida de uno de los cafés más míticos de Lavapiés.
El espacio
Paul ha sido el encargado de diseñar la reforma, pero reconoce que no ha resultado muy complicada: «Ha sido mantener un café tan típico y tan tradicional como el Barbieri, con todas las molduras del techo, los espejos centenarios, los apliques que tienen las conchas en las ventanas… El procedimiento que hemos seguido ha sido el de respetar todo eso y resaltar justamente lo antiguo. Hemos decapado todas las ventanas y las sillas, que son de época, al igual que las mesas o los mármoles», explica.
Uno de los puntos a los que se ha dado más importancia a la hora de reformar el espacio ha sido la iluminación. En esa labor ha contado con la ayuda de los arquitectos interioristas de ‘My Ice’ –que recientemente han obtenido el premio a Mejores Decoradores de la revista AD–. Su trabajo ha consistido principalmente en potenciar los ángulos perdidos que tenía el espacio mediante la luz y generar una atmósfera y ambiente cálidos en todo el local.
Empezar tomando café y terminar bebiendo un cóctel
Ahora mismo, la oferta se centra en el café: el que sirven es café ecológico procedente de una cooperativa de mujeres en el Valle del Cauca (Colombia). Además de los cafés, también cuentan con tés ecológicos o infusiones.
Su horario será de 9h a 00h –extensible unas horas las noches del fin de semana– por lo que ofrecerán desayunos, medias mañanas, comidas, meriendas, cenas y cócteles, «preparados por muy buenos cocteleros de Londres», señala.
En cuanto a la oferta gastronómica, que ya se puede consultar en su web, Paul la define como «comida italiana de calidad a un precio razonable: un plato de pasta normal entre 10€-12€ que sube a 13€-14€ si es rellena». Además, tienen una colaboración «con uno de los mejores restaurantes italianos de Madrid, no puedo decir cuál todavía, pero es con un cocinero que acaba de ganar un Sol Repsol«, añade.
También habrá entrantes y, en el futuro, «pizzas de una variedad que casi nadie conoce, la veronesa» y brunches «con un toque más divertido». «La idea es poder tomarte tu desayuno, con un café y una tostadita de tomate ecológico, salmón, aguacate, pavo con ricotta… Bastante sano y con panes de masa madre, pero que también se pueda cenar un jueves, subir un poco la música a las 22:30h-23:00h hasta la 1h y que te puedas tomar un cóctel«, resume.
Un proceso paulatino
En respuesta a la pregunta de si, como su predecesor, albergará actuaciones musicales, Paul T. contesta que sí. «Habrá. Ahora voy paso por paso: primero abrir el café y ver la respuesta de la gente, luego la comida italiana que ya está en marcha y después los cócteles».
La faceta artística del local es algo que quieren potenciar, y de momento Paul cuenta que les han contactado del festival C.A.L.L.E de Lavapiés «porque quieren que hagamos una cosa muy fuerte desde aquí», apunta.
Como decíamos al principio, ciento veinte años no eran suficientes: a Erato y al Barbieri aún les queda mucha historia por ver.