Entre los dulces que se comen sólo en Navidad, el turrón es la base de todos los postres de la temporada: es como el sofrito de un buen guiso, pero con mucho azúcar y almendra. El turrón es tan sencillo y tosco como exquisito por sus ingredientes. Tiene el formato y la versatilidad suficiente para que se haya adaptado a los tiempos y siga siendo un superventas que sobrepasa las fechas para las que fue creado. Algunas grandes marcas como Vincens y 1800 —el más caro del mundo— tienen tiendas en las que venden su producto en exclusiva y el trasiego de gente no para ni en julio.
1. Casa Mira
En la carrera de San Jerónimo hay una pastelería centenaria con uno de los escaparates más apetecibles de la ciudad. Esta turronería que exhibe sus golosos productos en unas vitrinas giratorias con pátina se fundó en 1842 por Luis Mira, que dejó su Jijona (Alicante) natal para poner un puesto de turrones en la plaza Mayor. La sexta generación de la misma familia sigue vendiendo turrón artesanal, junto a otros dulces tradicionales como los polvorones, mazapán, guirlache, entre otros.
📍 Cra. de San Jerónimo, 30 (Centro)
2. Pastelería Ascaso
En la pastelería Ascaso elaboran cada Navidad más de once toneladas de turrón artesano sin aditivos, conservantes, colorantes o aromas artificiales. Llevan más de 130 años perfeccionando sus recetas desde Huesca y ocho años con sede en Madrid. Su variedad de turrones roza la treintena de sabores, que se dividen en dos gamas según su ingrediente base: los “trufados” (chocolate) y los que tienen como base el mazapán. De entre todos ellos es Dulcey el que más triunfa, lleva una ganache de “chocolate rubio”, praliné al sésamo y caramelo blando.
📍 Calle de Zurbano, 25 (Chamberí)
3. La Duquesita
La Duquesita es otra pastelería que supera la centena de años abierta, pero que sigue en pleno apogeo. Este año es oficialmente la mejor pastelería de Madrid del 2023, según la Academia de Gastronomía de Madrid, y como cada año por estas fechas los turrones vuelven a ser parte de su surtido navideño. Además de los clásicos de yema con almendra Marcona o el turrón duro de Alicante, desde el año pasado han incorporado tres sabores nuevos: el turrón de mazapán y fruta escarchada —naranja y limón confitado—, turrón de pistacho con chocolate blanco, pistacho y praliné de pistacho y el turrón guau de praliné de avellanas y chocolate blanco.
📍 Calle de Fernando VI, 2 (Chueca)
4. El Riojano
Fundada por el pastelero personal de la reina María Cristina de Habsburgo en 1855, el interior de este local de la calle Mayor sigue prácticamente igual más de 160 años después. Su repostería es casi tan tradicional como su decoración. Aquí se pueden comprar rosquillas del San Isidro, coronas de la Almudena, hojaldres y por supuesto turrones artesanos de Alicante, de Jijona, de Cádiz o de todo tipo de chocolates. Su salón de té se expandió en los 90, pero sigue teniendo la misma solera.
📍 Calle Mayor, 10 (Centro)
5. Rocambolesc
Rocambolesc es la heladería del pequeño de los hermanos Roca y como cada Navidad, se vuelcan con los dulces. Llegado el invierno, las fantasías de Rocambolesc cambian de temperatura y se transforman en chocolate casero, panettones y los turrones más disruptivos. Los tienen de tres tipos: anarkia, de cacao puro caramelizado, con gelatina de chocolate en el interior; el de galleta de jengibre y el de bastón de caramelo.
📍 Pl. de San Miguel, 13 (Mercado de San Miguel)