La mejor arquitectura de Madrid es, como dice el manual de autoyauda, invisible a los ojos. No desde una perspectiva mística, sino práctica. Algunos edificios de Madrid se pueden visitar solo con suerte o en situaciones extraordinarias. La zapatería de Manuel Losada (o de Francisco Alonso) ni siquiera eso.
La zapatería brutalista es un edificio misterioso, único y casi olvidado (hasta esta semana) que tiene algo de tesoro y otro poco de gato de Schrödinger. Hay poca gente que la haya visto por dentro y ahora su futuro está en duda.
En pleno barrio de Salamanca, es un edificio que acaba de venderse y cuyo futuro es cuanto menos una incertidumbre. Analía Plaza, en un reportaje de la semana pasada para El Periódico de España, decía que los nuevos propietarios quieren “desmantelar la fachada y hacer obras”.
Que desmantelar la fachada de este edificio genere urticaria en casi cualquier arquitecto o diletante de la arquitectura se entiende solo al pasar por delante del 55 de Jorge Juan. La zapatería por fuera la forman dos puertas de cristal encajonadas en pieza de mármol verde, gris y anaranjado (y las piezas encajan como un puzzle).
El interior no varía en lo que respecta a materiales: es un disparate (en el mejor sentido de la palabra) de uso de mármoles. Conviven el mármol de Calatorao, con el travertino de Almería o el ónix iraní.
En un reportaje de El País dice Francisco Alonso, el arquitecto conocido sobre todo por trabajar con Alejandro de la Sota o Sáenz de Oiza: “El precio no fue caro para el cliente, sí para mí. Muchos materiales fueron una investigación. Los yesos negros son perfectos, toda la obra tiene un espíritu socrático de oficios que ya no existen”.
El portal de venta en el que se publicó la zapatería se llama The Sibarist y el precio de venta que ahí aparece es de 875.000€. Una de las formas en que definen el edificio es la siguiente: “Una experiencia estética donde los materiales nobles adquieren formas geométricas perfectas, creando composiciones abstractas en sus paredes”.
La historia del edificio
La cronología de esta obra de Alonso es rara y tiene pocos elementos. Parecería difícil resumir treinta y pico años de historia en un párrafo, pero en este caso es sencillo porque hay pocos actores.
Manuel Losada lo encargó en 1987, el local nunca abrió como zapatería y en 2017 la Escuela de Arquitectura de Toledo la reabrió para montar exposiciones. Ahora la zapatería ya ha sido vendida. Y su futuro (aunque ha sido propuesto varias veces como elemento incluible en el catálogo de elementos protegidos por la Comunidad de Madrid) es, como ella misma, un misterio.