Un cierre tras más de 40 años, una reapertura y el desembarco en un nuevo barrio. La historia del Melo’s bien podría calificarse de odisea, en su primera acepción de la RAE: «viaje largo, en el que abundan las aventuras adversas y favorables al viajero». Por suerte, el motivo de escribir estas líneas tiene que ver con una nueva aventura favorable a Rafael Riqueni y Alejandro Martínez: los viajeros que están al mando de este nuevo barco, el Bar Malos, que ha abierto en Malasaña (calle de Velarde, 13).
Calificar al Malos de hermano de su casi homónimo Melo’s tiene sentido ya que, además de compartir equipo –el trío de jóvenes que cogió el relevo del emblemático local de Lavapiés se completa con Ignacio Revuelta–, sus cartas están, en efecto, hermanadas: sus croquetas y, por supuesto, sus famosas zapatillas –que por algo integran la lista de las mejores tapas y platos típicos de Madrid– continúan siendo, en el nuevo local de Malasaña, los platos estrella de la carta.
Entre la modernidad y el bar de toda la vida
El local abrió el último fin de semana de noviembre y nació con la intención de «ser un híbrido entre el bar de toda la vida como es el Melo’s y algo más actual«, nos explica Riqueni. «Yo tuve un bar de copas en Malasaña, Reptilia. Lo tuve que traspasar en pandemia y tenía ganas de volver al barrio, y la verdad es que la acogida ha sido buenísima».
La carta, decíamos, mantiene la esencia de siempre con sus croquetas caseras –cuya receta es, por cierto, obra de Alejandro– y sus celebradas zapatillas de pan de hogaza, lacón y queso de tetilla. Pero también hay novedades, como las braviolis (con una elaboración basada en la del Parador de la Moncloa «a nuestra manera», con un alioli de ajos asados) y tarta de queso casera. También, añade Riqueni, quieren introducir en el futuro opciones vegetarianas.
En cuanto a la carta de bebidas, cuentan con una importante variedad de cervezas (seis de grifo y ocho en tercio) y, en esa adaptación al barrio, se suman también a la fiebre del cóctel con copas y mezclas como Moscow Mule, Strawberry Fields u Old Fashioned, con los que se pueden alargar las noches de los fines de semana.
Con el Malos la familia nacida en el Melo’s se expande, para alegría de sus parroquianos: sus platos, algunos de ellos parte fundamental del panorama gastronómico de Madrid –otros quizá en camino de serlo–, se expanden también para llegar a más gente con esta propuesta. Y de momento lo están logrando: recomiendan reservar con tiempo para asegurar que todo el que quiera acudir encuentre sitio.