De parecerse a algo, el gusto por el brutalismo se podría parecer a esos alimentos considerados de gusto adquirido –aquellos a los que es necesario una exposición prolongada para terminar apreciándolos. Alejandro García, creador de la cuenta de Instagram Madrid Brutalism, refiere a una anécdota con un seguidor. “Un señor me sigue desde el principio y casi en cada foto comentaba que qué horror, que qué horrible”. Pasado el tiempo, García terminó por preguntarle: “Si te parece todo tan horrible, ¿por qué sigues esta cuenta?” El señor contestaba casi aludiendo al mismo motivo por el que vemos películas de terror: “me gusta horrorizarme”.
La historia, bien podría decirse, tiene final feliz porque tiempo más tarde, el señor le escribió a García y le dijo que había ojeado un libro llamado Un mundo brutal y que se estaba aficionando al brutalismo.
Madrid Brutalism
La cuenta de Instagram de Alejandro García responde a un interés personal y difícil de fechar que contradice la teoría del gusto adquirido: “soy súper fanático del hip hop francés, sobre todo del que se hace en París y en Marsella. No tienes mas que ponerte los videoclips de la gente que hace rap ahí para ver cómo todo es Le Corbusier y ese estilo. Desde pequeño he ido mamando eso”.
Pero García, de 31 años, no es arquitecto. Él define su trabajo vinculándolo al mundo del arte: es pintor muralista, de cuadros por encargo, diseñador gráfico o maquetador –se puede ver su trabajo aquí. Y creó la cuenta porque: “la arquitectura me gusta de siempre, no puedo abarcar todo tipo de arquitectura pero toda la arquitectura de principios del siglo XX hacia ahora me ha gustado siempre muchísimo”.
Más que las Torres Blancas
“El brutalismo vuelve a estar de moda gracias a videoclips y a anuncios de la tele, lo que no sé es si eso se va a trasladar a que tengan la valentía de volver a construir con ese tipo de soluciones”, dice Alejandro García, en una conversación en la que tardan en salir nombres como el de C. Tangana o el de Santos Bacana. Antes hemos hablado de Dano o de Israel B. Todos ellos son referentes del hip hop madrileño y reivindicadores de la arquitectura brutalista.
Lo cierto es que, bien pensado, pocos estilos encajan mejor que el brutalismo con la identidad urbanística y la tendencia constructiva de Madrid en la segunda mitad del siglo XX –en la primera, ese honor le correspondería al neomudéjar. Siendo Madrid la cuna del gris, no podía ser otro que el gris el ejemplo de representación de una identidad arquitectónica.
Aun así, nos hemos acostumbrados a conocer y convivir con un ABC (la A es Torres Blancas, la B la Torre de Valencia y la C, quizás, el edificio Beatriz) de arquitectura brutalista. Por eso hemos querido consultar a Alejandro García por otros edificios brutalistas en Madrid: otros edificios de los que, quizás, nadie antes te había hablado.
1. Facultad de Humanidades de la UNED
Juan de Haro Piñar, 1969.
«No lo encontré por internet, me lo encontré con la bicicleta», dice Alejandro García que, cuando habla de lo que le sorprende del edificio alude a sus salientes: «que son como canalones». Y también al entorno universitario «todo son edificios de puro hormigón y pura vanguardia. Fue un florecimiento artístico».
Paseo de la Senda del Rey, 7
2. Edificio L.G.M.
Vallejo Acevedo y González Cruz, 1968.
No hay mucha información al respecto del edificio L.G.M. Un informe de la construcción de la época destaca «sus interesantes detalles de distribución, diafanidad de la planta baja, con el consiguiente aligeramiento de volúmenes, sinceridad y expresividad de la estructura, llegando a un feliz y nuevo resultado de «edificio de hormigón visto»». Uno de los motivos por los que apenas llama la atención puede ser porque «está super escondido», dice Alejandro García, quien destaca sus reminiscencias rúnicas, el soportal y el uso de los colores: «aquí la gama es gris con marrones y rojizos que contrastan con el verde del jardín».
Calle de Juan Ramón Jiménez, 22
3. Edificio Pirámide
Antonio Lamela, 1979.
«Qué loco… este tiene una buena mezcla», dice Alejandro García cuando le pregunto el porqué de la elección de semejante monumento de inspiración faraónica. De los de la lista es quizás el más conocido: incluso tiene página de Wikipedia y es difícil que pase desapercibido porque está en la misma Castellana. «Antonio Lamela es muy grande», remata García.
Paseo de la Castellana, 31
4. Parroquia de Nuestra Señora del Rosario
Cecilio Sánchez-Robles, 1970.
La punta de lanza del brutalismo madrileño: esa es la estima en la que García tiene a esta polémica parroquia. Basta darse un paseo por los comentarios del post de Instagram para ver la consideración de los madrileños. Un usuario destaca que «parece que esté dando misa en un aparcamiento». La polémica también nace porque «tiraron la típica iglesia súper antigua y pusieron esta». Los caminos del señor son inescrutables.
Calle del Conde de Peñalver, 40
5. Jefatura Superior de Policía
Luis Gay Llacer y Diego Vega Fernández, 1975.
Cuando le digo a García que no lo conocía, él responde con sentido del humor: “ya, normal”. El atractivo que le despierta esta obra se relaciona con el material con el que se construye: «me interesa que se muestre que el brutalismo no tiene porqué ser de hormigón: lo hay también de ladrillo, de chapa o de piedra”. Según la guía del COAM (la principal fuente de información de García), originalmente fue diseñado para ser un colegio mayor. “Estaba proyectado como colegio mayor, se pararon las obras durante muchísimo tiempo y terminó siendo una comisaría. No sé si afectó en algo al edificio. En esa zona hay mogollón de colegios mayores de arquitectura moderna”.
Avenida del Dr. Federico Rubio y Galí, 55
6. Antigua Embajada Británica
W.s Bryant (en colaboración con Luis Blanco-Soler), 1966.
Paletada máxima. Esa es uno de los sintagmas a los que alude García cuando referencia el origen de la forma de lo que hasta 2009 fue la embajada británica. A saber, el arquitecto (de origen inglés) que construyó el edificio quiso homenajear al espíritu bravo español. ¿Cómo? Dándole una peculiar forma a su edificio. Una forma de plaza de toros.
C. de Fernando el Santo, 16
7. Edificio Caracas
Javier Carvajal, 1979.
Si el brutalismo per se tiene una ligera evocación soviética, el hecho de que la tipografía que adorna los balcones de ese edificio sea de la estética de la URSS es como poco poético. Alejandro García dice: «es la sede de Comisiones Obreras y le pega mogollón».
Calle Caracas, 4