
Hace diez años que La Central eligió el número 8 de la calle Postigo de San Martín como sede de su librería en Madrid: una casa palacio isabelina con más de 100 años de historia y más de 1.000 metros cuadrados en la que el espacio dedicado a la literatura, los cursos y los talleres convive con una cafetería-restaurante (El Bistró) y una coctelería (El Garito). Desde su apertura este espacio se ha convertido en un punto de encuentro y en una librería de referencia de la capital, pero su andadura en la que ha sido su casa hasta ahora no continuará en 2023: La Central de Callao se muda después de una década.
Tras unos meses de incertidumbre sobre su situación –recogida en este artículo de Somos Madrid de Diego Casado–, la propia librería confirmaba su traslado en un comunicado a finales de diciembre. Se podía leer en su página web y en sus redes sociales, en forma de carta de despedida: «Queridas lectoras, queridos lectores: Ahora ya no hay marcha atrás: pronto vamos a tener que dejar la que ha sido la sede de nuestra librería durante más de diez años».
En cuanto al momento de la mudanza, de la que solo se sabía que tendría lugar en los primeros meses del año, tras la campaña navideña, ya ha trascendido la fecha: la librería La Central abandonará la que ha sido su sede durante 10 años este domingo 29 de enero, según ha confirmado a Madrid Total.

Tal y como adelantó El Periódico de España en este artículo y como confirmó la librería, la mudanza se producirá justo enfrente de su sede actual, en el número 9 de la calle Postigo de San Martín.
El cambio será notable, ya que el nuevo local dispondrá de menos de 300 metros cuadrados, pero transmiten cierto optimismo al respecto: «Será un espacio más reducido, pero en el que, como en las pastillas de caldo, concentraremos todo el sabor: los libros, el ambiente, el estilo y, sobre todo, la simpatía y la profesionalidad de nuestro equipo de libreras y libreros», sostienen desde La Central de Callao.
El traslado ya está en marcha: el pasado 22 de enero fue el último día que abrieron la segunda planta del local y su fondo de ensayo pasa a formar parte del espacio que La Central tiene en el Museo Reina Sofía, donde se encuentran todas las disciplinas de humanidades.
En su carta, La Central señalaba que durante todo este tiempo «hemos intentado que lectoras, lectores y libros, se encontraran entre sí, como viejas amistades que se buscan porque saben que tienen aún muchas cosas que contarse. Y es que, en nuestra opinión, una librería debe siempre aspirar a impregnarse del lugar que ocupa y conseguir que el público lo sienta suyo y disfrute mientras lo recorre». Un propósito que, a juzgar por los comentarios que dejaron (y siguen dejando) los usuarios en sus redes sociales, han sabido cumplir.
Los motivos del traslado

En el comunicado, La Central de Callao explicaba su mudanza de esta forma: «Nos hemos topado con disputas entre terceros, fuera de nuestro alcance. Tal vez estas disputas resulten muy normales en la vida del llamado «sector inmobiliario» –embargos, pleitos, subastas, nuevos propietarios con nuevas ambiciones– pero pueden volver inviable la continuidad de un proyecto como el nuestro, al menos tal como la hemos venido desarrollando hasta ahora; por ello, ahora ha llegado el momento en el que tendremos que cambiar de local, no nos queda otra».
Esas disputas hacen referencia a algo de lo que El Confidencial informó en junio de 2022: el palacio isabelino en el que todavía se aloja la librería salía a subasta por 10,8 millones de euros, una cifra que su comprador (anónimo) elevó finalmente hasta los 11, 35 millones. Con la venta, la continuidad de La Central en el edificio, que ocupaba en régimen de alquiler, no estaba garantizada. Y finalmente no se ha producido.
Aunque no es un cierre definitivo, en cierto modo se siente como si lo fuera: una etapa de diez años acaba y comienza otra que, como todos los comienzos y todos los finales, están marcados por la incertidumbre. Y no hay mejor despedida ni mejor comienzo que el que ellas mismas eligieron para dar la noticia a sus lectores y lectoras: «Hemos seguido la recomendación de nuestra madre: antes de cruzar la calle, siempre mirar a los dos lados, adelante y atrás; lo que hemos aprendido y lo que está por venir«.