Nakama es un término japonés que se puede traducir como amigo del alma, compañero, camarada o miembro de la tripulación. Eso es lo que han sido Rafa Soto y Miren Echeverría (entre ellos y para el barrio, porque qué es una librería sino una forma de compañía) durante los siete años que ha permanecido abierta en el madrileño barrio de Chueca. Y después de más de un lustro han anunciado que Nakama (calle Pelayo, 22) echará el cierre.
La noticia la dieron a conocer hace apenas unos días a través de la cuenta de Instagram de la librería. Su despedida, como quizá solo pueden hacerlo las que se producen con la tranquilidad de que todo lo que se podía hacer está hecho y la satisfacción por el camino recorrido, empezaba con un rotundo «gracias».
«GRACIAS a todos por estos siete años y dos meses de vida. Nuestra Nakama, amiga del alma en japonés, cierra su puerta y deja dentro las letras, los cuentos, la música, las novelas ejemplares, los clubes de lectura, esos inolvidables vermús poéticos de los domingos, las charlas con clientes y vecinos, las exposiciones de fotografía, los collages, los lienzos y los marcapáginas», escribían en su perfil.
La publicación no ha tardado en llenarse de comentarios de clientes habituales y de otras librerías manifestando su tristeza por el cierre de esta librería de barrio para la que el camino en los últimos tiempos tampoco ha sido sencillo.
La pandemia y una inundación
Al igual que el resto de librerías de la ciudad (y de muchos otros negocios) la pandemia supuso un golpe inesperado, pero también un momento en el que notaron mucho apoyo por parte del barrio, como nos contaban cuando se empezaban a relajar las medidas de seguridad tras el confinamiento: «Tenían unas ganas enormes de que abriéramos. Todos nos echábamos de menos».
Un apoyo que volvieron a sentir recientemente cuando sufrieron una inundación catastrófica que les obligó a cerrar indefinidamente y que les hizo perder un 80% de su mercancía. Los bonos de los que hablan en su publicación de Instagram, de hecho, fueron una de las formas en que los vecinos y vecinas les ayudaron a superar ese momento.
A pesar de la noticia no cierran la puerta a nuevos proyectos en el futuro: «Quién sabe si quizás otra luz nakamera se encenderá de aquí a un tiempo en otras latitudes, con la misma pasión por las letras que nos trajo un 10 de diciembre de 2015 hasta nuestra muy querida calle Pelayo, 22″. En sus palabras: «Somos libreros gracias a Nakama y lo seremos siempre«.