Hablar de la reapertura de locales históricos o centenarios es, en cierto modo, como encontrar un trébol de cuatro hojas en medio de la vegetación: un acontecimiento insólito, una probabilidad entre miles. Sin embargo, a veces lo menos probable ocurre y entre un mar de noticias lamentando el cierre de negocios emblemáticos –los más recientes en Madrid, el de El Junco y los Cines Conde Duque de Alberto Aguilera y Santa Engracia–, en esta ocasión el titular no tiene que ver con finales, sino con nuevos comienzos.
Ocurrió en su día con el bar Melo’s y con el Café Barbieri en Lavapiés o con la librería Pérgamo en el barrio de Salamanca, y ocurre ahora de nuevo con el Dos de Sagasta en Chamberí: esta centenaria taberna castiza, célebre por sus vermús y sus tentempiés de cabrales y sobrasada, echó el cierre a principios de 2022 y ha reabierto hace prácticamente un mes.
El histórico local, ubicado a unos pocos metros de la glorieta de Bilbao, abrió en el año 1880 de la mano de Pedro López Arias y desde entonces hasta hace unos meses tras su mítica fachada de color rojo –una constante que se puede encontrar en otras tabernas históricas de Madrid– se tomaba uno de los vermús más célebres de la capital.
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La avanzada edad de Araceli y Alfonso, quienes regentaban el local, unida a los estragos de la pandemia, fueron los factores que determinaron el cierre de este mítico local de Chamberí en los primeros meses de año, según cuenta a este medio Fernando, el responsable de la reapertura del negocio.
Un nuevo Dos de Sagasta que se parece al de siempre
El local, en apariencia, sigue siendo el mismo de siempre: «Además de que está protegido y no se le podían hacer muchas cosas, pensamos que no se le debía cambiar nada. Decidimos sanearlo un poquito y reabrirlo», explica Fernando. «Lo hemos abierto con el espíritu con el que se cerró«.
Lo que sí ha cambiado –o mejor dicho, se ha ampliado– ha sido su carta: manteniendo la esencia de la taberna de siempre, le han dado una vuelta con una oferta más extensa centrada en la cocina típica madrileña. Las opciones van del bocata de calamares al chocolate con churros, pasando por el cocido, el rabo de toro o distintas variedades de tortillas.
El recibimiento en el barrio, nos cuenta, ha sido bueno: «La gente está muy contenta. Cuando cierran estos locales la gente lo que dice es madre mía que no abran un McDonald’s, ¿no? Que no abran algo que suponga perder otro local histórico más de Madrid. Y eso es lo que hemos intentado».
Durante la semana que queda de julio y en septiembre su horario es de 9h a 24h todos los días, y en agosto abrirá para ofrecer aperitivos y cenas de martes a domingo de 13h a 16h y de 20h a 24h (teniendo en cuenta que la cocina cierra siempre a las 23h).