«¿Hay bares aquí?» Le pregunto a Eusebio Casado, presidente de la Asociación Familiar San Cristóbal. Y Casado responde que “en la asociación hay un bar y ya está. Hay uno en el mercado, pero solo abre por las mañanas”. En el corto tramo (apenas 200 metros) que nos separa del final de la calle se lee un letrero blanco sobre fondo rojo: es un VIPS. Casado no lo contempla como posible respuesta a mi pregunta, a pesar de estar a 15 metros de la última de las casas de la Colonia de San Cristóbal.
El barrio, decíamos, es la Colonia de San Cristóbal –también nombrada el barrio de las 800 viviendas– y se la reconoce en los últimos años por evidenciar el contraste más extremo: un contraste que tuvo en cuenta el equipo artístico del cantante madrileño C. Tangana para la localización del rodaje de Tú me dejaste de querer, uno de los singles más exitosos de El Madrileño. El contraste mencionado viene de que el paseo de la Castellana es un abismo que separa el edificio más alto de España de una de las primeras colonias concebidas en Madrid para grupos de trabajadores.
La EMT y San Cristóbal
Los trabajadores eran los de la Empresa Municipal de Transporte (EMT), que se instalaron en San Cristóbal en 1954, año en que la colonia terminó de construirse. El primer director de la EMT fue un coronel del ejército de tierra y le encargaron poner en marcha la colonia: “la intención era aislarlos del resto de trabajadores de Madrid y por eso se los llevan a las afueras”.
Las afueras de Madrid: mucho más allá del famoso quinto pino. Tanto más allá que los vecinos del momento –los fundadores, que es como les llama Casado– se referían al hecho de ir al centro como “ir a Madrid”. “Esto era un pueblo, aquí se conocía todo el mundo y las puertas de las viviendas estaban abiertas”, dice Casado.
Esta misma idea la refuerza Luis Moya, catedrático emérito ETSAM-UPM y coautor del Atlas de la vivienda pública en Madrid. Moya dice en conversación telefónica que: “antes trabajaban todos juntos, las mujeres trabajaban juntas, los niños se trataban en el campo deportivo (que es lo que mas une a las comunidades) y la situación ahora es totalmente distinta”.
Hay un dato y un hecho que ejemplifica el cambio de situación. El dato es que en el bloque de Casado hay 40 viviendas y solo 11 propietarios viven en ellas. El hecho es que no había puertas en los portales hasta hace 35 años.
En aquellos años, también, fue cuando cambió la titularidad de las casas. En un primer momento les pertenecieron al Instituto Nacional de la Vivienda, que se las alquilaba a los trabajadores (Casado nos dice que por 200 pesetas que luego se descontaba de las nóminas a los trabajadores). Luego fueron traspasadas al IVIMA en 1982 y algunos años más tarde, este organismo se las vendió a los inquilinos originales por un precio asequible.
Secundino Zuazo: el arquitecto
Hay una especie de efecto Mandela –confabulación incierta compartida por varias personas– que persigue a Secundino Zuazo, arquitecto y urbanista bilbaíno con cierta responsabilidad en la construcción de Madrid. Suyas son la Colonia de San Cristóbal, la Casa de las Flores –donde vivió el poeta chileno Pablo Neruda– o los edificios de Nuevos Ministerios, que es a la que remite ese efecto Mandela. Dice una leyenda que Secundino Zuazo construyó en pleno franquismo los Nuevos Ministerios con forma de martillo y de hoz (en vista aérea se puede intuir).
El mito podría casar con la realidad porque Zuazo fue el fundador de la Asociación de Amigos de la URSS, pero se define mejor por sus obras. Luis Moya lo define así “es un personaje, un gran arquitecto, uno de los mejores de la etapa no monárquica”.
Secundino Zuazo estuvo exiliado en Canarias, volvió a Madrid y le encomiendan hacer la colonia. El presupuesto era el que era en la época y se dispone a construir la colonia con los pocos materiales que tiene: ladrillo y cemento malo, dice Casado.
La disposición de la vivienda
A partir de aquí todo es ingenio agudizado por el hambre y un elogio constante, tanto por parte de Moya (quien lo ha estudiado) como de Casado (que lo ha habitado). Moya define para elogiar: “un muro de carga central en cada piso que forma una especie de Z que está muy bien y que ampara la entrada a los dos dormitorios y sirve de muro de carga. Era barato y es muy eficaz para evitar el ruido”.
Casado, por su parte, habla con entusiasmo de otro hecho: “¡La gente tenía aseos en sus casas! Existían las casas de baños y es un auténtico petardazo el que la gente tuviera una ducha con agua caliente en 1954”. Ambos coinciden en elogiar la ventilación cruzada de todas las viviendas: “es una postura higienista del movimiento moderno”, dice Moya.
“El único problema”, dice Luis Moya “es que la cimentación no era muy buena y a veces las plantas bajas dan humedad por porosidad”. Tal problema, en verdad, se lo generaron a sí mismos los propietarios, que tan pronto como pudieron eliminaron una rejilla ubicada en la parte de debajo de los muros para evitar las filtraciones. “Mucha gente ha quitado la rejilla y ahora se quejan de que tienen filtraciones”, dice Casado.
El reparto de las casas
Cuando Luis Moya elogia el barrio también pone el acento en el reparto de las viviendas. Hay ocho casas en cada planta (cuatro por galería) y según Moya cuando se supera ese número es cuando empieza a estropearse la relación entre los vecinos: “somos una civilización que va al individualismo y es muy difícil crear un ambiente ciudadano, comunitario y colaborativo que sería tan bueno para todos”.
En total, hay 800 viviendas y todas tienen dos habitaciones, salvo la A y la H (la primera y la última de las dos galerías de cada planta), que tienen tres dormitorios. El tamaño de las viviendas también varía y oscila entre los 55 y los 65 m2: las más grandes son las de los extremos. Moya también pone en valor la distribución: “Tiene una distribución muy cuadrada, octogonal, que no desperdicia nada”.
Las Cuatro Torres y Madrid Nuevo Norte
La historia de Madrid puede contarse a partir y a través de la cronología de lo que hoy son las Cuatro Torres Business Area. Cuando se construyó la colonia, el terreno era una granja y la gente mayor de San Cristóbal recuerda ir a comprar leche a la vaquería. La ciudad creció y los terrenos fueron expropiados para construir la ciudad deportiva del Real Madrid –el club, incluso, compra casas en la colonia para algunos de sus jóvenes jugadores– y años más tarde se edificaron las Cuatro Torres (hoy son cinco).
Los vecinos de San Cristóbal se movilizaron contra su construcción antes de saber con certeza qué les depararía. Hoy lo saben: por la mañana, los cristales de los edificios más altos de España reflejan el sol que incide sobre ellos creando destellos en las casas de los vecinos. Por las tardes, la sombra ha devorado calles que a las cinco de la tarde eran soleadas y ha provocado que las temperaturas en las viviendas bajen algunos grados y consecuentemente paguen más dinero de calefacción.
El catedrático emérito Luis Moya dice que las Cuatro Torres Business Area son lo de menos “cuando se haga Madrid Nuevo Norte van a quedar como un emparedado”. El posicionamiento de Casado contra Madrid Nuevo Norte es el mismo que contra las torres. Casado añade “el otro día leí en el periódico que van a construir la torre mas alta de Europa: estoy de un orgulloso que no te puedes imaginar… sombras por todos lados”.
Las sombras no son el único problema que generarán los rascacielos y Moya tiene también una opinión: “estoy completamente en contra de los rascacielos: la zona de debajo de las Cuatro Torres es un ambiente inhóspito: no hay nadie, las corrientes de aire, la sensación psicológica…”
El futuro de la colonia de San Cristóbal
La colonia tiene el futuro asegurado en tanto en cuanto tiene un nivel de protección 2, que es estructural e impide que se puedan derribar sus fachadas. Moya alude a esta cuestión y dice que las torres más altas de Madrid Nuevo Norte estarán por la parte de San Cristóbal y la zona “quedará como un oasis, aunque eso tiene su gracia porque el barrio está protegido y no se lo pueden cargar”. Aunque a Eusebio Casado la situación le genera “miedo por le hecho de quedarnos encajonados”.
El encajonamiento entre rascacielos será una realidad presumiblemente para los nuevos vecinos en cuanto las torres estén levantadas. Lo cierto, no obstante, es que lo más probable es que el propietario no sea quien habite el barrio: “ahora mismo el barrio está cambiando: la gente vende los pisos, compra, reforma y alquila. El propietario no vive en el barrio y el que vive en el barrio no se integra porque es alguien a quien el barrio no le importa: viene a dormir y ya está”, dice Eusebio Casado.
La construcción de los rascacielos y este cambio de tendencia urbanística cristaliza en lo que también sirvió de corolario en la conversación con Luis Moya: “se quiere contrastar esta visión de la ciudad racional con la visión irracional que es la especulación, pero como la especulación es la racionalidad actual… ahí estamos”.