Cuenta Salvador Dalí en una de esas impagables entrevistas de A Fondo que le gustaba untarse azúcar de dátil o miel en los extremos del bigote para que las moscas (no cualquier mosca, sino las que sobrevuelan olivos y parecen ir vestidas por Balenciaga) entrasen en su boca, revolotearan y al poco se marcharan.
Independientemente de la credibilidad que le queramos aplicar o no a esta anécdota, que es una ventana minúscula a su rutina, sería curioso a partir de aquí preguntarse lo siguiente: ¿qué se puede saber de una persona que hace cosas como esta?
Evidentemente nada y quizás por eso Desafío Dalí –la exposición que trata sobre la vida del pintor catalán y que llegará a Madrid el 8 de octubre– tiene ese slogan: No sabéis nada de mí. “Dalí es un personaje fascinante del que en realidad se sabe muy poco”, dice a este medio Santiago Ruiz Campos, director de la exposición.
¿Por qué Dalí?
El propio eslogan puede ser leído en sí mismo como una justificación: “Hay mucha gente que no sabe que la bomba de Hiroshima generó toda una forma de pintar en Dalí, le genera una nueva forma de explorar el arte y le conduce hasta el misticismo. Hay cuadros famosísimos de Dalí, como el Cristo de San Juan de la Cruz, que es de esa época y vienen generados porque Dalí tiene una conmoción a partir de esa época”, dice Santiago Ruiz Campos.
Dalí, por otro lado, es una garantía de éxito. Dalí no está de moda porque nunca ha sido una moda: sus cuadros están presentes en la mente del más neófito; C. Tangana tiene una mixtape llamada Avida Dollars en referencia al anagrama que André Breton escribió con su nombre; o hace casi una década el Reina Sofía acogió una exposición sobre Dalí que, en palabras de Santiago Ruiz Campos, es la más visitada de la historia del Reina Sofía.
Santiago lo resume en pocas palabras: “Se eligió a Dalí porque tiene un magnetismo y porque hay un gusto personal”. Y añade: “Yo de adolescente en vez de tener un póster del ídolo de rock de turno tenía láminas de Dalí en mi pared”.
¿Una nueva exposición inmersiva?
El aluvión de lo inmersivo ha sido constante y solo interrumpido por el confinamiento en los últimos años. La obra de Van Gogh, de Klimt o de Frida Kahlo se ha digitalizado para transformarse para llegar a Madrid y seducir a nuevos públicos.
Pero Santiago Ruiz Cmapos en referencia al carácter inmersivo de Desafío Dalí dice que: “No tiene nada que ver con esto que se está hablando de inmersivo. Es algo completamente nuevo hasta el punto de que le hemos tenido que poner un nombre nuevo: cultural sense”. La primera persona del plural es en referencia a Artdidaktik, una start up que nace con este primer proyecto pero que aspira a crear nuevas formas de consumo cultural.
Esa nueva forma de crear experiencias –que, por otro lado, se hacen con la idea de que tengan recorrido en más ciudades que en Madrid– no se entiende sin los avances tecnológicos de los últimos años: hay realidad virtual, hay un audio relato (que es una especie de podcast), hay videomapping. Incluso, se ha reproducido de forma fiel escenográfica el estudio en el que Dalí trabajaba junto a Gala, quien tiene un lugar importante en la exposición.
A este respecto Santiago Ruiz Campos se refiere al proceso creativo y dice que lo que han hecho no ha sido “agarrar un elemento tecnológico y darle un tema: todo lo contrario, queremos hablar de Dalí”. Para hacerlo, para hablar de Dalí, van a partir de más de 2.000 metros cuadrados. Ruiz Campos tiene clara la conclusión: “Estoy convencidísimo de que a Madrid le va a encantar”.